miércoles, 12 de diciembre de 2012

LA CAÍDA DE BATMAN


         ¿Puede una película con un argumento inverosímil, con una historia que no se sustenta por más que se desarrolle en el ámbito de la fantasía gustar y convertirse en un éxito de taquilla? Por supuesto que sí. Es el caso de la segunda parte de Batman, el caballero de la noche del director Nolan. La historia es un bodrio total, pero entretiene, y en estos tiempos, donde el análisis está siendo avasallado por la simple observación, con el entretenimiento basta. Nolan nos presenta un mundo sin reglas donde el héroe, en este caso Batman debe enfrentar a uno de los criminales más representativos en la historia de los comics, el Guasón. Hasta ahí, todo bien, incluso las actuaciones son brillantes, Ledger personifica con maestría a un Guasón sádico y odioso y se lleva las palmas por encima de Bale que caracteriza a un sorprendido Batman, (aunque de modo personal prefiero al Guasón de Nicholson más cercano al comic). Por su parte, Morgan Freeman y Michael Caine confirman que son grandes actores. Eckhart y Oldman también cumplen su parte ¿Qué es lo que falla entonces? Como dije: el argumento. Ni siquiera los actores con su maestría pueden salvarlo.

Ciudad Gótica y la existencia de Batman pertenecen al mundo fantástico. En ello, todos estamos de acuerdo, pero la historia a diferencia de por ejemplo: El hombre araña donde todo es fantasía y por lo tanto, es aceptable la existencia de un hombre de arena, en Batman se mantiene una atmósfera realista dentro de un marco general de tipo fantástico, lo que es perfectamente válido. Esto quiere decir que si la historia pasa a tener un tono realista, puede alguien explicar cómo desde las primeras escenas se ven barbaridades como por ejemplo: el bus escolar donde huye el Guasón del banco, saliendo en el preciso momento que circulan otros buses cargados de niños, incluso brindándole el espacio necesario para que se mimetice con los demás. ¿Acaso otros delincuentes manejaban los demás buses cargados de niños? O en todo caso, ¿el Guasón había contratado a los choferes para que lo ayuden en su fuga? Recuerden el Guasón carece de una organización. El mismo lo dice cuando visita al fiscal de distrito en el hospital. Un hospital rodeado por la policía y el sale muy suelto de huesos con el detonador de la bomba, y lo que es peor, solo camina unos metros y sube a un bus otra vez repleto de niños, ni siquiera para argumentar que la policía se encontraba lejos debido a la evacuación. Y así, podría continuar enumerando una serie de situaciones absurdas propias de una película de quinta categoría y no de un taquillazo de Hollywood. Nunca entendí cómo pudo gustar esta película si los errores saltan a la vista. Disculpen los fanáticos de Batman. Yo también soy un fans de los superhéroes, ellos me acompañaron durante mi niñez y cada vez, que son reactualizados en la pantalla grande acudo presuroso como una forma de añorar mi infancia, por eso lamento la barbaridad que cometieron en este filme.

lunes, 26 de noviembre de 2012

EL PLACER DE LEER


          En la actualidad vivimos en una época de cambios continuos y breves. El que no se adapta perece y corre el riesgo de caer en el olvido. Olvido muchas veces injusto. Y estos cambios, pueden referirse a diversos aspectos tanto trascendentales como irrelevantes para el contexto. Lo sucedido con los libros pertenece como es evidente a lo trascendental. La era virtual puso en riesgo al libro impreso, incluso algunos pensaban que sería el fin de tan preciado (para algunos) elemento. Felizmente, no sucedió, aunque el riesgo todavía está latente, observar un espectáculo tan triste y desolador como una librería vacía o en todo caso con algunos curiosos que se limitaban precisamente a solo curiosear, tuvo como principal origen la crisis económica y no precisamente el ingreso a la era virtual. Todos los amantes de la lectura convencional, respiramos aliviados. Este espectáculo comenzó a cambiar desde hace algunos años. El incremento de las ventas así como promoción de las ferias de libros, son muestra de ello. A pesar de la mejora económica innegable, el adquirir un libro continúa siendo un lujo sobre todo para la mayoría de los estudiantes. Y esta crisis propició con el transcurrir del tiempo el surgimiento de una generación de la fotocopia, y quedó arraigada de tal modo que aún hoy, los jóvenes (como si se tratara de un arquetipo), asumen el costo del libro como inalcanzable y ni siquiera se toman el trabajo de averiguar el precio.

          Por otro lado, el libro serio y clásico está perdiendo la batalla contra el libro light. ¿Cuántos han leído al norteamericano Steinbeck (por si acaso premio nobel de literatura) o al inglés Maugham? ¿Cuántos los conocen siquiera? En cambio, el libro de una conocida conductora de televisión que solo se dedica a esparcir estiércol sobre el resto de personas, lo conoce la mayoría, y es que no es necesario leerlo, basta con saber de su existencia para demostrar nuestra falencias en el ámbito de la cultura. Desde este espacio invitamos a todos a leer, porque leer es una de las actividades más placenteras que existen en la vida de un ser humano. Lean estimados jóvenes, aunque sea fotocopias, aunque sea impresiones bajadas de internet, lean antes que el arribo de la edad los obligue a usar anteojos y se pierdan la maravillosa de experiencia de adentrarse en la ficción o de adquirir el extraordinario conocimiento que encierran las páginas de un buen libro.

martes, 20 de noviembre de 2012

OTRAS FRASES DE GONZALES PRADA

             Siempre polémico, pero directo, aqui les ofrezco nuevas frases de este célebre autor.

            Lo último que debe averiguar un escritor es si la palabra usada por él está en el diccionario.
            Querer que una inteligencia se mantenga en la religiosidad, es como intentar que no salga nunca de la adolescencia o la niñez.
            Hay más verdadera moral en la higiene que en el catecismo.
La soberanía popular y el régimen parlamentario se funda en el principio de que un asno más otros asno no parecen sumar dos burros.
            El escritor no debe decirse: “Yo voy a ser espiritualista o materialista, clásico o romántico, simbolista o positivista”, sino “Yo voy a ser yo”, dar libre rienda a su personalidad.
            Para convencer al sabio, la razón y las ideas, para dominar a las multitudes, el sentimiento y el estilo.
            Denme miles de soles y, antes de 24 horas, cambio la opinión de todos los diarios limeños.
            No estudiemos mucho al hombre, porque concluiremos por ver en él un mono razonador y locuaz.
La opinión de cien o ciento cincuenta imbéciles se reduce a cien o ciento cincuenta imbecilidades. Esto llaman Congreso de la República.

viernes, 16 de noviembre de 2012

FRASES DE MANUEL GONZALES PRADA


            La verdad no conoce hora ni lugar fijos, ocasión adversa o propicia, se la comunica cuando se la encuentra.

            El sentimiento religioso no es más que penumbra de lo desconocido.

            Sobre las cosas dudosas como Dios y nuestro destino, el verdadero pensador no vive aferrado a creencias fijas sino fluctuando entre opiniones sucesivas.

            Los presidentes cambian, las Cámaras (Congreso) se suceden: solo es inmutable la corrupción política. Moralmente somos una tierra (país) de ruinas y muertos. Estamos en completa bancarrota moral.

            No somos criminales sino víctimas de la naturaleza, y la muerte no se presenta como un castigo, sino como la retirada gloriosa en el combate de la vida. No tenemos porque humillar la frente en nuestro viaje por la Tierra ni por qué temblar al hundirnos en el abismo desconocido de la muerte.

            Ascendemos para construir una segunda Babel, pero no nos empeñamos locamente en escalar el cielo, sabemos que es inaccesible, que nada hay que buscar en él sino astros.

           El Perú es como esos enfermos desahuciados por los médicos. Que no pierden la esperanza de sanar y recurren al curandero y al médico chino.

La Naturaleza le dice al hombre: yo te creo y allá te las arreglas.

            Un pueblo no merece llamarse civilizado mientras contenga hombres que se suiciden por miseria, mujeres que se prostituyan por necesidad y niños que no sepan leer por falta de escuelas.
 

UN AUTOR OLVIDADO: GONZALES PRADA


          Gonzales Prada fue un hombre que escribió sin importarle quedar bien con los demás. Criticó el sistema hipócrita que rige al Perú desde hace años. Cómo se extrañan estas personalidades en la actualidad. Quizá lo más lamentable, radica en el hecho de que es un autor poco leído en estos tiempos, y casi un desconocido por la juventud, preocupada en la mayoría de los casos por banalidades o regidas por un egoísmo sin límites que niega el reconocimiento del otro y mucho menos su aceptación. La prosa de Gonzales Prada es vigorosa, por momentos agresiva, pero sobre todo franca donde expone su pensamiento sin temores ni medias tintas: “La caridad supone la distribución desigual de la riqueza, es decir, la injusticia. Si hay uno que da limosna es porque hay hombres privados de lo necesario”. La hipocresía, la desigualdad y el abuso presentados de modo impecable, o cuando sostiene: “Los presidentes cambian, las Cámaras (Congreso) se suceden: solo es inmutable la corrupción política. Moralmente somos una tierra (país) de ruinas y muertos. Estamos en completa bancarrota moral”. Radiografía perfecta de nuestro entorno político ¿Acaso lo dudan? Y por último: “Un pueblo no merece llamarse civilizado mientras contenga hombres que se suiciden por miseria, mujeres que se prostituyan por necesidad y niños que no sepan leer por falta de escuelas”. Un jalón de orejas a nuestra realidad y a nuestra indiferencia. Gonzales Prada es un autor que merece un lugar en nuestras bibliotecas, pero sobretodo debe formar parte del bagaje de conocimientos que nos permita enriquecer el análisis al cuál sometemos la realidad. Debemos recordar que solo el hombre piensa el entorno, el animal solo mira, y en esta diferencia radical está la posibilidad de mejorar como sociedad.

jueves, 15 de noviembre de 2012

LA MAGIA DE RUBEM FONSECA


Rubem Fonseca a pesar de ser una leyenda de las letras cariocas, es poco conocido fuera de los círculos literarios peruano. Descubrí su obra en un taller de narrativa recién hace un año. Fonseca es autor extraordinario y muy particular en su personalidad. Lo rodea un halo de misterio, parece huir de la fama, aunque no rechaza los reconocimientos, evita a los medios de prensa y no ofrece declaraciones. Sus palabras: “Todo lo que tengo que decir está en mis libros”, es la escusa perfecta para desaparecer del ámbito público, para continuar en las sombras.
                                                                 
Fonseca nació en Minas Gerais en 1925, estudió derecho, después llegó a ser comisario de policía y terminó como escritor. Uno de los mejores. Thomas Pynchon afirma acerca de su obra: “Lo mejor de Fonseca es no saber a dónde nos va a llevar. Siempre que comienzo un libro suyo es como si sonara el teléfono a medianoche: Hola soy yo. No vas a creer lo que está sucediendo. Cada libro suyo es un viaje que vale la pena, un viaje de algún necesario”. Palabras exactas para describir su obra, en sus cuentos cualquier cosa se puede esperar, desde las más y tiernas, como en el cuento “Betsy” hasta más dramáticas y violentas, como en “Ciudad de Dios”, (ambos aparecidos en el libro Historias de amor) y en ambos casos, la muerte con su frialdad impune surge como la reina de nuestra existencia. Los invito a leer a este notable autor.

viernes, 9 de noviembre de 2012

LA OTRA REALIDAD EN LOS CUENTOS DE JULIO CORTAZAR


La noche boca arriba y Axolotl son dos cuentos que aparecen en el libro Final del juego, un cuentario innovador para la forma habitual de leer y entender los cuentos, y que constituye un excelente ejemplo de la visión de la otra realidad propuesta por Cortazar en su obra.

            En el primer caso, La noche boca arriba presenta el tema del azar ligado al destino que conlleva a la muerte y Cortazar lo plasma de modo brillante a través de dos historias que avanzan en paralelo. Por un lado, está la historia de un joven que sufre un accidente en su motocicleta al intentar evitar atropellar a una transeúnte imprudente, y por otro lado, surge como un sueño, los sucesos ocurridos a un indio Moteca, que por salir del sendero, es capturado por los guerreros aztecas. Desde un inicio, las realidades de ambos quedan fusionadas no solo por medio del sueño, sino por experiencias concretas. Ambos están echados boca arriba, ambos ven luces (las que provienen de los postes de luz y de las antorchas), ambos perciben el olor de las flores, y cada uno en su propia realidad, y esto es lo más importante. El lector llega a un momento donde no sabe cuál es la realidad. La realidad es la del hombre accidentado en el hospital, o es la del Moteca capturado y llevado al sacrificio. De este modo, Cortazar nos traslada a una realidad alterna, ni siquiera fantástica, sino neofantástica, con la muerte como colofón de un destino donde nuestra responsabilidad es mínima.

            En el segundo caso, Axolotl nos ofrece una historia en apariencia inverosímil. A diferencia del cuento anterior, en Axolotl, las dos realidades se pueden inferir a nivel psíquico. El protagonista al identificarse con la criatura en el acuario, padece una enajenación, y Cortazar lo plasma a través de una paradoja. El protagonista al identificarse pierde su identidad de humano y adquiere la del animal. Esta situación refleja un mundo esquizofrénico, conocido en Psicología como la muerte psíquica, donde el individuo deja de ser quien es, y pasa a convertirse en otra persona, o en este caso extremo queda convertido en una especie acuática, el axolotl encerrado en un acuario. En el cuento se observa además, que ambos, el hombre y el axolotl están atrapados. El protagonista humano está encerrado en sí mismo, en su propia insatisfacción y soledad y el axolotl está encerrado en la pecera y por lo tanto, también sufre. El momento cumbre de la fusión se presenta cuando el protagonista afirma: “Yo soy el axolotl”, una anagnórisis que provoca la interrogante para el lector ¿cuál es la verdadera realidad? Una vez más Cortazar nos ofrece una realidad disociada, enajenada, esquizofrénica plasmada de modo extraordinario en dos mundos paralelos.

DIEZ CUENTOS EXTRAORDINARIOS


     Aquí les ofrezco una lista de diez cuentos que todo amante de una buena lectura y aspirante a escritor no debería dejar de leer. Además, no hay escusa ya que todos son accesibles. Ojalá se conmuevan y diviertan con su lectura.

Si me necesitas llámame – Raymond Carver
Los asesinos – Ernest Hemingway
Eduard y Dios – Milan Kundera
Dilema doméstico – Carson Mc Cullers
Bola de sebo – Guy de Maupassant
El fantasma de Canterville – Oscar Wilde
La sala N° 6 – Anton Chejov
Carta a una señorita en París – Julio Cortazar
Chac Mool – Carlos Fuentes
El virus de la carretera viaja hacia el norte – Stephen King

miércoles, 17 de octubre de 2012

TE QUEDA UN POCO DE CAFÉ LIBRO DEL MES EN EL ICPNA


EL VELO PINTADO COMO GUIÓN ADAPTADO


En “Al otro lado del mundo”, guión adaptado de la novela “El velo pintado”, el escritor inglés Somerset Maughan, se muestra una historia de amor ambientada en los años veinte, donde la protagonista Kitty, una joven de clase alta, decide casarse con la intención de huir de su casa, con Walter, un médico bacteriólogo a quien no ama. Una vez establecidos en Shangai, Kitty se enamora de otro hombre con quien inicia relaciones clandestinas y el drama estalla, cuando Walter descubre la infidelidad. En venganza, Walter acepta un trabajo en un remoto pueblo de China azotado por una mortífera epidemia de cólera. Kitty se ve obligada a acompañarlo y es en ese viaje, al otro lado del mundo, donde ambos encontraran sentido a sus vidas, al ser testigos del dolor y la miseria, vivirán reencuentros y nuevas pérdidas, para terminar descubriendo que la fidelidad no está en el otro, sino en uno mismo.

El filme incide en uno de los desengaños amorosos que más preocupan a las personas es la infidelidad, pero matiza a los verdaderos personajes de la novela. En ella, Kitty luego de la muerte de su esposo, retorna con su amante por un breve lapso de tiempo, para finalmente, iniciar con su padre un viaje fuera del continente. Maughan nos ofrece un final más realista, menos romántico y proyectando las debilidades propias de los seres humanos. Retornando al tema de la infidelidad, a pesar de su relevancia, no es posible afirmar que es lo peor que puede ocurrirle a una pareja. Para algunas personas dejar la ilusión del “yo te creía perfecto”, propia del enamoramiento y recibir atisbos de realidad, es suficiente para provocar estragos tanto en su persona como en la relación. Así, una vez instaurada la herida narcisista, la tendencia a culpar al otro adquiere una significancia extrema dentro del vínculo que termina por deteriorase.

La fidelidad se entiende como exclusividad, es una especie de monoteísmo. Tener una sola pareja, implica tener un solo dios, al menos durante el enamoramiento. Según Varela (2004), la fidelidad es una cualidad de las relaciones humanas que se basa en la lealtad, la honestidad, la veracidad y la actitud de desinterés. En opinión de Alberoni (1996), la fidelidad implica siempre una dedicación de energías, un obsequio de sí mismo a favor del amado. Entonces, ¿Cuándo aparece la infidelidad? Varela (2004), nos ofrece algunas respuestas:

• Cuando ha surgido un nuevo amor.
• La pareja es infiel.
• El modo de amar es contrapuesto al de la pareja.
• El ambiente conyugal es insoportable.
• Existen problemas sexuales.
• Existe un alto nivel de estrés.
• Es notable el descuido físico o higiénico de la pareja.

Es claro que podemos añadir otras razones, además falta resolver el tema del amor, porque la infidelidad ha sido ligada la mayoría de las veces al contacto sexual, lo cual no resuelve todas las interrogantes al respecto. Veamos otra situación, una persona que ama a otra distinta de su pareja, pero que no tiene ningún contacto con ella ¿es infiel? Amor y sexo no siempre van de la mano y se convierte en una interrogante por dilucidar.

miércoles, 15 de agosto de 2012

DILEMA NOCTURNO OBTUVO EL TERCER PUESTO EN EL V CONCURSO TEN EN CUENTO A LA VICTORIA

    


          El cuento titulado Dilema nocturno de Fernando Espíritu Alvarez, obtuvo el tercer lugar en el V concurso narrativo Ten en Cuento La Victoria organizado por la Municipalidad del distrito. La ceremonia de premiación se llevó a cabo el día martes 3 de Julio del presente, contó con la presencia del señor alcalde Alberto Sanchez Aizcorbe y otras autoridades. Los miembros del jurado fueron los distinguidos señores Ricardo Gonzales Vigil, Miguel Ruiz Effio y Mariella Balbi. El cuento ganador titulado: La casa de la fama le perteneció a José Agapito, el segundo lugar fue para el cuento Día de suerte de Rafael Roque Rebaza.

           Aquí las palabras del Sr. Ricardo Gonzales Vigil acerca de los ganadores del concurso.

          “El racimo elegido al certamen correspondiente al año 2012 ejemplifica muy bien la diversidad de tendencias creadoras de la narrativa peruana actual. El cuento ganador del primer premio, compuesto por José Agapito Mariscal, cultiva la literatura fantástica: los personajes desarrollan de manera insólita la capacidad de volar. En cambio, el cuento galardonado con el segundo premio, perteneciente a Rafael Roque Rebaza aborda la dureza de la vida cotidiana, alienante, con la salida onírica de volverse niño. De otro lado, el tercer premio, firmado por Fernando Espíritu Alvarez, conduce a un desenlace ambiguo, abierto, entre onírico y fantástico sobre quién es el asesino”. Ricardo Gonzales Vigil.

domingo, 24 de junio de 2012

DOBLE PERSONALIDAD EN MENTE SINIESTRA


          ¿Qué puede hacer una niña atrapada en un mundo sin sentido? Solo tiene dos alternativas. Defenderse o enloquecer. Aunque tal vez, la mejor defensa sea la segunda alternativa, antes de caer vencida, Emily luchará por su bienestar psíquico y por su propia vida. Fallecida su madre en circunstancias extrañas, Emily comienza a vivir en dos mundos paralelos, uno donde su padre protagonizado de modo magistral por Robert De Niro, que la ama intenta protegerla, y otro donde Charlie, su amigo imaginario que comienza mostrando una apariencia benévola va dejando ver su verdadera naturaleza a medida que avanza la historia. El despecho, la traición y  la violencia en las cuales se ve envuelta de modo involuntario Emily, terminan por decidir su elección, a pesar de la acción esperanzadora de la psicóloga, ante la imposibilidad de su propio padre, que ha sido vencido sin darse cuenta por las heridas producto del vínculo con su esposa, por ayudarla. Ante el fracaso de su padre, Emily está sola. El trauma queda instaurado y una sombra en la niña surge para en un futuro próximo apoderarse de ella.

1408


          Este relato de King apareció como un ejemplo en el apéndice del libro Mientras escribo. La intención del autor, era enseñar a los lectores como un relato pasa del primer al segundo borrador. Felizmente, King decidió terminarlo, pues no solo escribió un cuento estupendo, sino que además, se convirtió en la fuente del guión adaptado para el filme del mismo nombre, donde Cusack da vida al incrédulo y desafiante Mike Enlsin, un reconocido escritor de terror que no cree una sola palabra de lo que escribe, ya que se dedica a desacreditar los eventos paranormales. Esta reacción conflictiva entre lo que se piensa y lo que se hace, constituye el nexo de la obra, conflicto que surge como una forma de encubrir un trauma, que en el filme cobra relevancia, a través de la pérdida de la hija. La concepción del mundo de Enlsin cambia de manera drástica cuando se enfrenta a la habitación 1408. En el relato a diferencia del filme, los problemas del protagonista con la 1408 empezaron aun antes de entrar en ella. La puerta estaba torcida. Mientras que en el filme, unos minutos provocadores de suspenso retrasan la acción. ¿Qué representa la habitación 1408? Un viaje al interior de nosotros mismos. Un retornar por aquellos sucesos traumáticos que hemos dejado inconclusos y nos aterran, pero que tarde o temprano debemos afrontar. Enlsin, encerrado en la 1408, debe sobrevivir a sí mismo. La habitación del Dolphin Hotel, solo es la escusa.

lunes, 28 de mayo de 2012

LOS MAESTROS Y SU APRENDIZ

Tener ojos es una gran responsabilidad. Significan la puerta de la experiencia, del conocimiento y, Saramago, este extraordinario escritor portugués, nos muestra como la ética está ligada a la responsabilidad de poseer algo que otros no tienen. La importancia de tener una mayor experiencia o un conocimiento superior, nos obliga a utilizarlo en beneficio de los demás. Representa casi una obligación moral, unida a una actitud de constante aprendizaje que es lo único capaz de liberarnos de la pedantería y la vanidad. Liberarnos de esa falacia de creer que ya lo sabemos todo o que somos dueños de la verdad absoluta. Nada más erróneo. Si en algún momento tenemos mayor conocimiento que los demás, eduquemos, seamos maestros y extendamos la mano, sin cerrar nuestras puertas al conocimiento posterior, sin por ello, dejar de ser aprendices. Es la enseñanza que obtuve de Saramago, un ejemplo como escritor, como premio nobel, pero sobre todo como hombre.

jueves, 19 de abril de 2012

TODOS ESTÁBAMOS MUERTOS

Aquí les ofrezco un artículo muy interesante, escrito por el periodista Beto Ortiz, para que no olvidemos una época de terror que vivimos y paa qe las nuevas generaciones conozcan el verdadero significado de dicha trágicas experiencias, que ojalá jamás se repitan. Aquí el artículo de Beto Ortiz:


"Ahora que esos mismos criminales imperdonables intentan disfrazarse de demócratas para infiltrarse de nuevo como un cáncer en nuestras vidas, este viejo alegato adquiere, de pronto, una inquietante actualidad. No podemos olvidar lo que ocurrió. Y la mejor manera de honrar la memoria de esos miles de peruanos que murieron víctimas del terror es cerrando filas contra Sendero Luminoso, Movadef o como mierda se llamen. Librando la feroz batalla de las ideas para evitar que más jóvenes idealistas sigan siendo embaucados por la misma monserga de odio ciego. Recordándoles, con cada página de nuestra historia, la suerte inmensa que tienen de vivir en este Perú imperfecto pero esperanzado y no en aquel otro donde sólo había matanza, tiniebla y desolación.


Salir del cine de ver Arma Mortal y que, a pocos metros de la puerta, un Volkswagen vuele en mil pedazos. (Y empezar, desde ahí, a sospechar de todos los carros que humean demasiado). Llegar un día cualquiera a tu oficina y enterarte que la señora de la computadora de al lado no pudo venir hoy porque ayer la asesinaron a pedradas en un viaje de trabajo a Huancavelica. (Encontrar, al día siguiente en una revista, la foto de lo que quedó de ella en doble página central). Aprender que cuando revienta una bomba hay que tirarse al suelo con la boca abierta para que tus tímpanos no estallen (y decorar todas las ventanas de tu casa con tiras de esparadrapo para que –cuando ocurra– no perezcas degollado por esos cuchillos voladores que son los vidrios que arroja la onda expansiva).

Descubrir el aciago olor de la muerte en la Plaza de Armas de Satipo alfombrada horriblemente de cadáveres púrpuras e hinchados. (Confundirse ante la cantidad de horror que el filo incomprensible de un machete es capaz de esculpir sobre un pobre cuerpo humano). Olfatear, como un sabueso, todos los sobres que te llegan, en busca de aquel temible olor a avellanas que es el síntoma inequívoco de que alguien que te odia a morir te ha enviado una carta bomba. (Una le llegó a ese abogado tan prestigioso y le arrancó un brazo, otra a Melissa, la chica practicante del diario “Cambio” de quien, sobre las losetas, no quedó un solo rastro susceptible de ser reconocido).


Escuchar todas las noches, sin falta, en el noticiero el coro ronco y lastimero de los nuevos miembros de la interminable procesión de las viudas y los huérfanos llorando en quechua nuevas tragedias que nadie me traduce y que no entiendo. ( Y luego ese sonsonete imbécil de los políticos –tan longevos– repitiendo naderías: “repudio enérgico”, solidaridad con los deudos”, “comisión investigadora del Congreso”, para después irse a tomar un pisco sour con la falsa al bar del “Maury”).


Ver pasar delante de ti, como en una pesadilla, a un sereno de Miraflores que lleva en brazos a una niña con pijama de franela toda estampada de ositos y de sangre. Al muchacho que corre como un poseso entre la densa humareda de Tarata en llamas y repite un nombre, desesperado: Gustavo o Enrique o Miguel o como quiera que se llamara el hermano al que nunca más volvió a encontrar. A la anciana que regresa cojeando días después a rescatar de entre los escombros un sobreviviente cuadro de la última cena. Al señor Cava que marcha –ausente, como un zombie– por el centro de la avenida Larco llevando en las manos una flor blanca y la foto de su hijo, el atleta, muerto. A la pequeña Vanesa, la hija de la vendedora de cartera de la esquina, aprendiendo de nuevo –y sonriente– a caminar con una diminuta y terrible pierna ortopédica. (Todos estábamos a una cuadra, todos estuvimos a punto de pasar por allí, todos conocíamos a alguien que vivía o moría en esos edificios que se desmoronaron como fueran de galleta. Los blanquitos no sabíamos realmente por qué lloraban tanto todas esas mamachas en los despachos de los corresponsales. No teníamos la más remota idea de qué trataba todo aquello hasta esa noche. Tarata fue nuestro once de septiembre).


Quedarse otra vez a oscuras y sentir miedo. Oír una sirena y sentir miedo. Abrir de mañana el diario y sentir miedo. Sentir miedo de amanecer muerto en el Perú. Sentir miedo de amanecer vivo. Sentir miedo de que nunca acabe el miedo. Sentir miedo de que las llaves medio quemadas que encontraron entre las cenizas en la fosa de Cieneguilla abran la puerta de la casa de Amaro Cóndor, el estudiante de La Cantuta asesinado por militares: ver al fiscal forcejear con la chapa ante los flashes y rezar porque no abra, que no abra, que no abra y la llave abre, maldita sea, otra puerta más que da directo al mismo espanto al que nunca nos cansamos de volver.


Sentir miedo de salir a la calle sin documentos y que un policía nos detenga a la vuelta de una esquina, nos encierre en cualquier sótano hediondo y nadie vuelva a saber nunca de nosotros. Sentir miedo de haber tenido la mala suerte de haber salido a comprar el pan y pasado cerca del lugar del atentado o de llamarnos igual que algún buscado por la justicia y que ese error tan clamoroso, (cometido por un juez inapelable, encapuchado), sea reconocido por el Estado después de ocho años de tenernos sepultados vivos, tallando virgencitas sobre huesos de pescado o pedazos secos de jabón Bolívar, en una celda en la que hay que dormir sentado porque no hay espacio para echarse ni manera de contar el tiempo porque no hay cómo saber cuándo es de noche y cuándo de día.


Sentir miedo al enterarnos, por boca de un ex -miembro del Grupo Colina que tras haber “ejecutado un operativo”, es decir, tras haber asesinado a mansalva a los peruanos y peruanas de todo los tamaños que les mandaban asesinar, les tocaba, a veces, meterlos a la maleta e ir a enterrarlos a algún cerro perdido en las afueras y que cuando, entre gallos y medianoche, estaban logrando a duras penas tapar la fosa, la tierra comenzaba a sacudirse bajo sus botas porque, carajo, alguno de los muertos seguía vivo y, puta, qué palta, había que echar tierra más rápido para que no se te fuera a escapar del hueco ese rechucha.


Sentir miedo al ponerse a pensar cuántos torturados y cuántos muertos que ya nadie llora habrán sido lanzados a los abismos o fondeados en el mar para que nunca los puedan contabilizar siquiera las estadísticas. Sentir miedo de que cualquier ser querido nuestro llegue a estar, por mala suerte, alguna vez a merced de alguno de esos comandos de élite que, como parte de un entrenamiento altamente especializado, tienen que criar un cachorrito recién nacido, alimentarlo y cuidarlo amorosamente y años después matarlo a puñaladas, abrirle el vientre y comerse todas sus entrañas, embadurnándose de pies a cabeza para no ser considerado un cobarde sino, más bien, todo un patriota.


Sentir miedo al escuchar el testimonio feroz de Exhaltación Vargas, el sobreviviente insospechado de esa carnicería absurda y enloquecida que fue la Masacre de El Frontón, de esos ríos de sangre de los que tanto hablaba Villanueva del Campo, ¿Se acuerdan? Sangre que mancha más que la tinta indeleble de las mesas de sufragio porque ha manchado para siempre –y diga lo que diga– las manos aspaventosas de Alan García que ahora se desvive por convencernos de la decidida lucha que –comandando a esa caterva abyecta de asesinos– dice haber librado por la pacificación.


Sentir miedo de nuevo cuando alguna autoridad vuelve a restarle importancia al rebrote terrorista y recordar automáticamente la imperdonable y criminal ceguera que hizo presa del honestísimo y gallardo presidente Belaúnde cuando, a inicios de los 80, se refirió a los sanguinarios senderistas como “abigeos” ¡Abigeos! ¡Es decir: ladrones de ganado! Abigeos que le costaron al país tantas decenas de miles de muertos que acaso se hubieran evitado –también– con gobernantes menos candelejones, tibios y cacasenos.


Sentir miedo cada vez que vemos aparecer otro absoluto cretino declarando sandeces inauditas y comparables a las que perpetraba Valentín Pacho, connotado líder sindical, conspicuo miembro de la Izquierda Unida y orgulloso delegado del Perú en todos los besamanos a Fidel, muy recordado por haber dicho en 1989 que de llegar su variopinta alianza al poder y en aras de la lucha contra la pobreza sería menester “fusilar a todos los empresarios”, comentario que, como puede verse, marca distancia de modo tajante con la lógica homicida de Sendero.


Sentir miedo de evocar las lágrimas viriles –y culposas– de Monseñor Cipriano al anunciar su hondo pesar de que todos los emerretistas de la residencia del Japón hubieran muerto (de un infame tiro en la nuca, ahora lo sabemos ¿lo supo él?). Pensar que pastor tan humilde de corazón y noble y bueno y misericordioso haya sido durante tantos años la única alternativa que tuvieron los ayacuchanos más pobres para defender “es cojudez” que eran sus choleados derechos humanos, francamente, da indignación.


La misma indignación que, personalmente, me genera comprobar el nivel extraordinario y casi unánime de estupidez que exhiben la mayoría de comentarios hechos al informe Final de la Comisión de la Verdad por políticos, periodistas, analistas, columnistas y onanistas: que está sesgado, que refleja un enfermo deseo de venganza, que no hay que hurgar en las heridas del pasado, que nadie los ha nombrado jueces, que no existe la figura de responsabilidad política, que no condena suficientemente a Sendero, que no se puede poner en el mismo nivel a las Fuerzas Armadas o –por último y esta es mi favorita– que los comisionados cobraron mucha plata y que con esa plata la Municipalidad de Lima hubiera podido inaugurar nuevas obras. Ave María.


¿Quién dijo que el Acuerdo Nacional no era posible? Señoras y señores, bienvenidos a la soñada concertación: Paniagua, Fujimori y García, Flores-Aráoz, Cabanillas, Rey, la Chávez y Barrón, por fin todos en ronda y de la manito. Y en la angurria electoral, hermanitos. Suave, locos, aquí no ha pasado nada. ¿Cuántos muertos dijo? Nooo, imposible. Aguanta tu carro. Qué va a ser. ¿Sesenticuánto? No, no se pasen, pues.


No puedo creer que ese sea el tono de la discusión. No han entendido nada. O mejor dicho, no han aprendido nada. Todo lo que he escrito líneas arriba –aunque se queda irremediablemente corto –intenta describir el Perú que me tocó en suerte. Y si, yo hubiera querido vivir en un país en el que matamos sin cesar no fuera indispensable. En el que no hubiera que caminar chapaleando en sangre. Pero ya lo dije, esto es lo que me tocó. Un país sumamente rico en homicidas. Me subleva. Como a todos, espero. Yo creía que la guerra nos había legado 25,000 muertos. Ahora resulta que fueron más de 69,000 ¿vamos a enfrascarnos ahora en discusiones aritméticas? ¿Políticas, morales, religiosas, filosóficas? ¿Vamos a competir entre todos para saber cuál de nuestros asesinos es el menos asesino? La Comisión de la Verdad y la Reconciliación ha trabajado duro y parejo para poder darnos a los peruanos la peor de las noticias. Todos se quejan, en consecuencia. Todos chillan. El médico nos dice que tenemos cáncer y no se nos ocurre mejor cosa que pegarle. Es horrible lo que nos dicen. Pero nos jode tanto porque es verdad y desde esta página, sin influencia alguna, lo agradezco de veras. No sé si cobraron mucho o poco, no sé si se dejaron llevar en algún momento por su corazoncito progre, se están a favor o en contra de Toledo, no me importa. Les creo. A toda esa gente que se quemó las pestañas y se rompió los lomos para que ahora todos conozcamos esto que somos. A la practicante de leyes que se fue hasta la punta del cerro para recoger un testimonio olvidado, al testigo que venció el miedo y, estallando en llanto, contó su historia veinte años después, a la digitadota que, acaso, obvió la fiesta del sábado y se amaneció tipeando interminables listas de difuntos llamados “N.N. Juan” y N.N. María” o al estudiante de periodismo que aprendió a no tener miedo de seguir investigando. A todos ellos, eternas gracias. La Comisión de la Verdad nos ha revelado una auténtica tragedia: nos mataron miles de hermanos y, en vez de llorarlos, no se nos ocurre otra cosa que negarlo, que decir que es mentira, que debe tratarse de un error y que, por último, no es nuestra culpa. Pero nadie es inocente. Porque el asesino tiene nombre de país. Nos han revelado, como iba diciendo, nuestra hecatombe en todo su esplendor. Sorpresa. Todos estábamos muertos".


PERÚ21
Domingo 31 de Agosto 2003

jueves, 29 de marzo de 2012

La voz de las horas oscuras

Este mes de Febrero conocí a Bruno Nassi Peric en un taller de narrativa organizado por el gurpo cultural Arkabas, así lleg´´o a mis manos su novela "La voz de las horas oscuras", grato descubrimiento, una historia interesante que nos muestra aspectos muy humanos como la violencia y el amor.
Al respecto d ela novela, el critico literario Gonzáles Vigil dice:
"Un nuevo nrrador a considerar: Bruno Nassi Peric. Posee el instinto para armar tramas con la complicidad del lector, ensamblando habilmente episodios, dosificando la intriga, mediante variados recursos expresivvos".
Los invito a leerla.

viernes, 2 de marzo de 2012

Ya Salió ¿Te queda un poco de café?

Los desencuentros de pareja, el destino, el peso de lo social, la soledad, la resignación, el escepticismo, las pequeñas derrotas en la vida cotidiana, los conflictos personales, constituyen el universo urbano que Fernando Espíritu nos ofrece en este nuevo conjunto de cuentos, desde una visión desencantada, algo melancólica, pero definitivamente muy nuestra.
Roberto Reyes.


jueves, 1 de marzo de 2012

MEDIANÍA LITERARIA

Conocí a Oswaldo Reynoso a inicios de la década del dos mil. Dictaba clases sobre test psicológicos en la Universidad Federico Villarreal, cuando una mañana al llegar a la Facultad de Psicología, encontré a Oswaldo siendo presentado como el nuevo docente del curso de lenguaje, por el decano de turno. Fue una grata sorpresa. Creo que la mayoría de los miembros de mi generación hemos leído sus cuentos en el colegio. Imposible olvidar a "Colorete" y "Cara de ángel". Cuando días después comenté la buena noticia con mis alumnos, tuve la primera gran decepción. La mayoría de los jóvenes estudiantes universitarios y futuros profesionales, no tenían la menor idea de quién era Oswaldo Reynoso. La segunda decepción, fue que muchos colegas tampoco lo conocían o no habían leído su obra. Durante su estancia en la universidad tuve la fortuna de conversar y sobre todo aprender de él como maestro. Le entregué mi libro Qué saben los ajedrecistas de mujeres y aceptó ser uno de los presentadores. Conocerlo fue una grata experiencia. Al cabo de unos años, las nuevas autoridades no le renovaron el contrato y la universidad perdió a un excelente catedrático.

Unos tres años después, lo encontré firmando sus textos en la Feria del libro, ubicada aquel año en Jesús María. Paseaba con mi esposa mirando los stands cuando lo vi sentado a unos pocos metros de uno de los auditorios donde se presentaba un libro de autoayuda escrito por una señora muy conocida gracias a la prensa, especialista en buenos modales. Como se imaginaran el auditorio estaba repleto. Cuando nos acercamos a la mesa donde estaba Oswaldo, un par de jóvenes se despedían llevando sus libros firmados. Me reconoció, le presenté a mi esposa y lamenté su salida de la universidad. Me preguntó si seguía escribiendo. Le respondí que sí y que pronto saldría editado mi nuevo libro. Luego, tuvo la gentileza de firmar dos libros (uno para mi esposa y el otro para mí), el clásico "Los inocentes" y su nuevo título "El goce de la piel". Al momento de leer la dedicatoria, la emoción me embargó: "Para Fernando con la amistad de su colega Oswaldo". Hasta aquel instante, nunca me había considerado escritor. Quizá todavía no lo sea, pero aquella dedicatoria me proporcionó algo de ilusión. Recuerdo el comentario de mi esposa luego de despedirnos: "Para ese libro de autoayuda que ni siquiera está escrito por una especialista, el auditorio está lleno, y para la firma de la obra de Reynoso, apenas cuatro gatos". Lamentablemente, tenía razón.

Con algo de esperanza alcancé a observar, cuando ya nos retirábamos, que un par de jóvenes se había acercado a Oswaldo para adquirir sus libros. Sin duda la medianía de nuestro entorno cultural nos absorbe más cada día. Depende de nosotros ser vencidos o no.