“Colmillo Blanco” de Jack London es un clásico de la
literatura norteamericana, poco conocido por las generaciones actuales. En
ocasiones, puede resultar ocioso comentar libros que ya casi nadie lee. Quizá
todavía conservo la esperanza de que algunos maravillosos libros no se pierdan
en el olvido.
Esta
novela retrata con una destacada veracidad la vida cruda de los animales
salvajes y su relación con los cazadores en Alaska, sobre todo en la primera
parte. Colmillo Blanco es hijo de un lobo y de Kiche, una mezcla de perrolobo, y
dependiendo de las ediciones, recién aparece alrededor de la página 50, donde
se inicia su historia plagada de viajes y aventuras. Todo comienza cuando lo
atrapan los indios y lo alejan de la jauría. Lo más dramático, surge cuando va
a parar a manos de Beaty Smith, que organiza peleas de perros, y Colmillo
Blanco se ve obligado a luchar por su vida. Finalmente, el ingeniero Scott lo
salva y lo lleva a vivir con su familia, pero es nuestro protagonista es un
animal que proviene del ámbito salvaje. Se impone la adaptación, y a la vez, la
duda: ¿puede un perro salvaje ingresar a la civilización?
La
respuesta a esta interrogante la encontrarán en las páginas de esta hermosa
novela.