viernes, 13 de mayo de 2016

VÍCTIMAS DE LA VIOLENCIA EN “TODAS ESTAS MUERTES LAS LLEVO ESCRITAS EN EL CUERPO”


El poema “Todas estas muertes las llevo escritas en el cuerpo”, pertenece al libro “Contemplación de los cuerpos” (2005) de Luis Fernando Chueca, autor de los poemarios: Rincones, Animales de la casa y Ritos funerarios, donde ya encontramos el tema de la muerte como una constante. Este poema no es la excepción, el autor parece invitarnos a una reflexión sobre ella en veinte versos, donde deja sentir el dolor por las pérdidas sufridas. Pero ¿qué significa la muerte o a qué tipo de muerte se refiere? Porque no solo es una muerte legal, referida por un notario, ni una muerte solo física, sino que además, hay una referencia a una muerte psíquica expresada en el sufrimiento y que encuentra una forma de trasmisión a través de la poesía, incluso desde el título:

               “Todas estas muertes las llevo escritas en el cuerpo”

               Aquí el poeta, intenta representar a la muerte, a través de las palabras para que permanezcan grabadas en la memoria. El cuerpo se convierte en manifiesto, pero en ningún caso es posible su existencia sin un psiquismo que lo impulse. Lo latente siempre es más relevante. Surge de este modo, una memoria del cuerpo:

               “Muertes
               tatuadas con azufre o alcanfor en un único campo
               de hermosas flores negras

               que me habita”

               En este punto, nace una interrogante: ¿Y por qué estas muertes necesitan ser recordadas? Una muerte significa una pérdida, en este caso: pérdidas, en plural: “Todas las muertes acechantes”, con las cuáles el yo poético se identifica: “como reflejos inflamados de mí mismo”, y envuelve al yo de dolor, necesario desde todo punto de vista porque permite su existencia. Solo el dolor manifestado le otorga conciencia a la sensación del cuerpo: “Todas grabadas a fuego como heridas” o “frágiles insignias cosidas a mi piel, pálpito agudo”, son ejemplos de cómo las pérdidas quedan impregnadas no solo en el cuerpo, sino en la memoria, como un recuerdo persecutorio. “Amenazante”, es el verso elegido por el poeta.

               Por una razón significativa, en este caso, como un homenaje a las víctimas de la violencia que padeció el país, el yo poético considera importante que estas muertes no terminen en el olvido, entonces decide otorgarles un significado, a través de sí mismo, a través de la imagen del cuerpo:

               “Cicatrices trazadas con destreza

               de cuchillo”.