jueves, 26 de diciembre de 2013

REFLEXIÓN DE NAVIDAD


Cada día entiendo menos la Navidad. Se supone que cada 25 de diciembre se celebra el nacimiento del Salvador. No solo desde la óptica cristiana, de la cual formo parte, y que trataré de minimizar con el único fin de ofrecer un análisis objetivo del tema, sostengo que la vida ejemplar de Jesús solo nos puede orientar a una conclusión, el hecho de que fue un gran hombre. Toda su vida está marcada por la coherencia: verbalizaba lo que pensaba y actuaba lo que verbalizaba. Coherencia que es todo un ejemplo a seguir. Incluso para los no creyentes, sería mezquino restarle méritos a un hombre que no solo convirtió en pauta lo que predicó, sino que además se enfrentó al sistema corrupto que imperaba entonces. Para algunos decisión política, para otros cuestión de fe, lo cierto es que fue un emperador bizantino convertido al cristianismo, quién años más tarde instauró la religión cristiana al imperio, desde entonces la imagen de Jesús no solo se extendió al resto del mundo de occidente conocido, sino que adquirió un nuevo significado.

Podemos discutir hasta el cansancio y sin llegar a establecer un acuerdo, sobre si Jesús fue hijo de Dios, y por lo tanto, fue otro Dios; o si fue un semidiós, ya que también nació de una mujer llamada María; o en el extremo opuesto, si solo se trató de un hombre. Por cierto un extraordinario hombre como Sócrates o Einstein, pero sin dejar su categoría de humano alejado de toda divinidad. Pero este no es el punto. Reitero, jamás se llegaría a un consenso. Creyentes, agnósticos y ateos existirán hasta el fin de la humanidad. Sucede que la doctrina se basa en la fe y no en el conocimiento como la ciencia, tampoco se apoya en la armonía o en la estética como el arte. Son verdades distintas que no tienen por qué contradecirse entre sí. Lamentablemente, muchas personas no lo entienden de este modo, entonces surge el dogmatismo, es decir, creer que se tiene la razón, que somos poseedores de la única verdad, de lo absoluto. Lo cual, considero un error. Un argumento en contra de lo planteado, podría estar referido a la adopción de una postura sofista. Nada más alejado de la verdad. El sofismo tiene que ver con la falta de compromiso, con el quizá, tal vez, puede ser. Sofista es aquel que no asume una postura ante ningún tema. Puede defender o criticar cualquier argumento que se le proponga. A diferencia de la opción sofista, sostengo que uno debe asumir una postura ante la vida. No importa si está equivocada o no. Además, uno tiene la capacidad de corregirse y de aceptar un error. Ni los sofistas, ni los dogmáticos acceden a esta categoría. Unos no se comprometen con nada mientras que los otros están enceguecidos con un fundamento.


La actitud coherente de Jesús la que me aleja cada vez más de la comprensión actual de la Navidad. Intentar entender la trivialidad que envuelve las festividades resulta todo un reto. Por ejemplo, ignoro la relación existente entre el nacimiento de Jesús y ese afán enfermizo que agobia a las personas en el mes de diciembre por correr a las tiendas a endeudarse con tal adquirir los mejores obsequios. O aquel absurdo juego del amigo secreto implantado mayormente en los centros laborales donde uno tiene colegas de trabajo, pero no amigos (las excepciones son pocas), y que en ocasiones uno se ve obligado a jugar para no quedar convertido en un paria amargado mal visto por todos. Como todo tiene sus límites, hace algunos años renuncié a dicha farsa y ahora me siento mejor conmigo mismo. Sin embargo, confieso que en dos ocasiones recibí de mis amigos secretos regalos para mí extraordinarios: La insoportable levedad del ser, quizá la mejor novela de Kundera y el cd Rumors de Flewoodmac. Fueron dos regalos que me hicieron infinitamente feliz. ¿Y por qué fui tan feliz si estoy en contra de dicho juego? Porque los obsequios fueron entregados por dos excepciones, es decir, dos amigas. La navidad no está representada por los regalos, sino por los vínculos afectivos espontáneos que extendemos hacia los demás. Un niño no recuerda el regalo costosísimo que recibió de sus familiares, sino el afecto que recibió o dejó de recibir de ellos. Jesús no arribó al mundo con obsequios materiales, llegó con su palabra y su obra, y ambas encerraban desde mi perspectiva un solo aspecto: afecto. Qué lejos está la Navidad hoy en día de esta palabra.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

ADIOS



Decir adiós significa cambiar. Representa el coraje de atreverse a hacer algo nuevo, diferente. Dejar lo viejo por lo nuevo. Atreverse a dejar lo conocido y cotidiano por lo desconocido y la incertidumbre. El adiós cuando parte de una decisión propia siempre necesita de valor y coraje. Es como dejar la seguridad del hogar e iniciar un viaje por una selva inexplorada, sin contar con un mapa de ruta que nos guie. Pocos se atreven. Lo más sencillo es continuar con la rutina, así esté marcada por el tedio y el aburrimiento, incluso por la desazón, pocas son las personas que se arriesgan a decir adiós, que optan por el cambio.

            Sucede que la mayoría de personas son de una medianía enfermiza. En primer lugar, se tiende a rechazar lo extraordinario. Por ejemplo si se descubriera vida en otro planeta, no faltarían argumentos en contra aduciendo que se trata de una farsa creada por los gobiernos que dirigen el mundo. En segundo lugar, ante el éxito ajeno surge la envidia como una forma de menospreciar el logro, en lugar de decidirse a mejorar. Por ejemplo, cuando la selección juvenil de vóley avanzó a semifinales del mundial de modo inesperado, el seudotriunfalismo y seudopatriotismo de muchos exigía el título. Cuando la selección terminó en un honroso cuarto puesto, no faltaron las voces que acusaron a la selección de falta de coraje. Qué comentarios tan mezquinos. Acusar de medianía al resto aparece como la forma favorita de los mediocres de ocultar sus propias limitaciones.

            Existen situaciones donde el adiós no lo decidimos nosotros, sino que depende de otras personas o de las circunstancias. Una pareja que nos abandona, una empresa que nos despide o un amigo que nos traiciona. En estas condiciones resulta imperativo el cambio. A veces tenemos que aceptar que no nos quieren y están en su derecho. Solo nos queda decir adiós y seguir adelante.

            Decir adiós, requiere de mucho valor, sobre todo cuando existe una valor sentimental ligado al contexto. Por ejemplo, valor para dejar una relación enfermiza que nos abruma con insatisfacciones, y aceptar como consecuencia de ello, una temporada de soledad con la única certeza de que la próxima relación será diferente, ni mejor ni peor, solo diferente.

            En ocasiones hay que atreverse a salir de casa. Hay que tener el coraje de arriesgarse. Se puede caer en el intento, claro que sí, pero también se puede alcanzar el triunfo. Hay que adentrarse en la selva, es necesario optar por lo inesperado, ir contra la corriente, hay que atreverse a ser diferente y no seguir a los demás como ganado, y para ello, es inevitable decir adiós. Adiós a nuestras creencias. Adiós a las malas noticias que recibimos cada día. Adiós a los traumas y a los golpes de la vida. Adiós a la envidia y al derrotismo que impera en nuestra sociedad. Adiós a los supuestos amigos que en realidad no lo son. Adiós a todo lo que nos detiene y a continuar cueste lo que cueste por aquello que deseamos. Sucede que no se puede seguir actuando del mismo modo y esperar un resultado diferente. Hay que atreverse a cambiar. Decir adiós no solo significa dejar las cosas en el pasado, sino orientarse hacia el futuro. Decir adiós significa aventurarse a seguir viviendo.

lunes, 28 de octubre de 2013

LISBETH SALANDER DEBE VIVIR (Fragmento)


            Aquí un fragmento de un artículo de Vargas Llosa sobre la trilogía Millenium del escritor sueco Larson.

¡Qué sería de la pobre Suecia sin Lisbeth Salander, esa hacker querida y entrañable! El país al que nos habíamos acostumbrado a situar, entre todos los que pueblan el planeta, como el que ha llegado a estar más cerca del ideal democrático de progreso, justicia e igualdad de oportunidades, aparece en Los hombres que no amaban a las mujeres, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina y La reina en el palacio de las corrientes de aire, como una sucursal del infierno, donde los jueces prevarican, los psiquiatras torturan, los policías y espías delinquen, los políticos mienten, los empresarios estafan, y tanto las instituciones y el establishment en general parecen presa de una pandemia de corrupción de proporciones priístas o fujimoristas. Menos mal que está allí esa muchacha pequeñita y esquelética, horadada de colguijos, tatuada con dragones, de pelos puercoespín, cuya arma letal no es una espada ni un revólver sino un ordenador con el que puede convertirse en Dios -bueno, en Diosa-, ser omnisciente, ubicua, violentar todas las intimidades para llegar a la verdad, y enfrentarse, con esa desdeñosa indiferencia de su carita indócil con la que oculta al mundo la infinita ternura, limpieza moral y voluntad justiciera que la habita, a los asesinos, pervertidos, traficantes y canallas que pululan a su alrededor.
La novela abunda en personajes femeninos notables, porque en este mundo, en el que todavía se cometen tantos abusos contra la mujer, hay ya muchas hembras que, como Lisbeth, han conquistado la igualdad y aun la superioridad, invirtiendo en ello un coraje desmedido y un instinto reformador que no suele ser tan extendido entre los machos, más bien propensos a la complacencia y el delito. Entre ellas, es difícil no tener sueños eróticos con Monica Figuerola, la policía atleta y giganta para la que hacer el amor es también un deporte, tal vez más divertido que los aerobics pero no tanto como el jogging. Y qué decir de la directora de la revista Millennium, Erika Berger, siempre elegante, diestra, justa y sensata en todo lo que hace, los reportajes que encarga, los periodistas que promueve, los poderosos a los que se enfrenta, y los polvos que se empuja con su esposo y su amante, equitativamente. O de Susanne Linder, policía y pugilista, que dejó la profesión para combatir el crimen de manera más contundente y heterodoxa desde una empresa privada, la que dirige otro de los memorables actores de la historia, Dragan Armanskij, el dueño de Milton Security.

La novela se mueve por muy distintos ambientes, millonarios, rufianes, jueces, policías, industriales, banqueros, abogados, pero el que está retratado mejor y, sin duda, con conocimiento más directo por el propio autor -que fue reportero profesional- es el del periodismo. La revista Millennium es mensual y de tiraje limitado. Su redacción, estrecha y para el número de personas que trabajan en ella sobran los dedos de una mano. Pero al lector le hace bien, le levanta el ánimo entrar a ese espacio cálido y limpio, de gentes que escriben por convicción y por principio, que no temen enfrentar enemigos poderosísimos y jugarse la vida si es preciso, que preparan cada número con talento y con amor y el sentimiento de estar suministrando a sus lectores no sólo una información fidedigna, también y sobre todo la esperanza de que, por más que muchas cosas anden mal, hay alguna que anda bien, pues existe un órgano de expresión que no se deja comprar ni intimidar, y trata, en todo lo que publica e investiga, de deslindar la verdad entre las sombras y veladuras que la ocultan.

lunes, 23 de septiembre de 2013

ESCRITO NOCTURNO


Soy un experto en insomnio. No recuerdo con exactitud cuando comencé a experimentar semejante desgracia. Y por favor, no crean que exagero cuando califico al insomnio de desgracia. Todos aquellos que lo padecen saben que así es. Acaso existe peor situación que acostarse en la cama a dormir porque se está muerto de sueño y no dejar de cabecear frente a la televisión o frente a un libro, y luego de acomodarse entre las frazadas tener los ojos bien abiertos como faroles y no poder conciliar el sueño. Es como si Morfeo, el dios del sueño se hubiera largado de vacaciones sin tener la delicadeza de avisarnos. Al principio, uno piensa ya me dormiré, y comienza a dar vueltas buscando la posición más cómoda sobre el colchón. Al cabo de varios minutos, el insomne ya se recorrió la cama unas cincuenta mil veces y conoce todas las posturas posibles para dormir, incluso existen casos, donde en su desesperación han inventado algunas posiciones insólitas. Conozco algunos casos realmente increíbles. Felizmente, todavía no he llegado a ese extremo pero ya he probado todas las posturas conocidas, de frente, de espaldas, de costado hacia la izquierda, de costado hacia la derecha, en diagonal, en posición fetal, con las  cuatro extremidades abiertas, es decir todas las posiciones, y el resultado es igual de desconcertante. Mi caso, debe ser grave porque ninguna ha funcionado.

            También he probado los consejos bien intencionados de familiares y amigos con el mismo decepcionante resultado. Toma una taza de leche caliente antes de acostarte. Wiflas. Prueba con manzanilla, es relajante. Pichón. Toma valeriana, no falla. Falló. Haz ejercicio durante el día para que te canses. Ignoro porque siempre hay gente que piensa que uno se rasca la barriga todo el santo día. Regresando al consejo: haz ejercicio y verás cómo te duermes. Never. Lee un libro aburrido. Naranjas. Me encanta la lectura y si empiezo un libro no me detengo hasta el siguiente día. Prueba con media pastillita de alpaz. El médico me recetó la cuarta parte. Yo tomé una pastilla entera y llegué a contar hasta quinientas ovejas antes de mandarlas al carajo sin dar siquiera una pestañada. Reitero, mi caso debe ser grave.

            Sin embargo, existe un detalle que me tranquiliza. El insomnio solo me visita de manera ocasional. Una o dos veces al mes. Además, uno termina por acostumbrarse. En efecto, hace varios años que acepté la derrota y ya no lucho contra la ausencia desconsiderada de Morfeo. Desde entonces, me siento mucho mejor. Más relajado y menos irritable o culpable. Apenas descubro que he caído en sus redes, me levanto, enciendo la laptop y a escribir. Por ejemplo, este artículo fue producto de dos noches de insomnio. Desvelo que ahora considero como una parte importante de ser. Bien dice la sabiduría popular: cuando no puedas derrotar al enemigo, únete a él. Es lo que hice. Incorporé al insomnio dentro del círculo de mis escasos amigos. Insomnio, eres mi amigo, y como amigo te pido un favor. Un único favor que espero algún día escuches, cada vez que vengas a visitarme, no quedes toda la noche desgraciado. Eso no se le hace a un buen amigo.

lunes, 26 de agosto de 2013

SÍ, BILLY. PODEMOS IR AL PARQUE


De esta manera, Avery Corman autor Kramer vs. Kramer presenta en la novela el último diálogo entre los personajes principales. Ted, un padre que de improviso se ve enfrentado al cuidado de su hijo interpretado en el filme de manera magistral por Dustin Hoffman, y Billy, el hijo que padece las consecuencias del disuelto matrimonio. Corman, el autor no es reconocido como un gran escritor, pero en ocasiones autores que no gozan de mayor prestigio tienen el ingenio de crear historias maravillosas, lástima que no puedan escribirlas tal y como se la imaginan. Kramer vs. Kramer representa uno de estos singulares casos donde la película supera al libro. Entre otros casos me atrevería a citar la novela El Padrino de Mario Puzo. Reitero, aunque en cuestiones ligadas al arte todo criterio resulta bastante subjetivo, a mi juicio el guion adaptado del filme supera a la novela. Tal vez, este sea uno de los motivos del por qué la mayoría de las personas recuerda a los personajes interpretados por Hoffman y Meryl Streep y casi nadie evoque a Avery Corman. Recordemos que el filme fue merecedor del Oscar el año de 1979, y que Streep recibió la misma estatuilla como actriz de reparto.
En el arte, a diferencia de la psicología, el conflicto se entiende de manera distinta, por este motivo, se equivocan quienes pretenden analizar a través de la ciencia una novela, un cuento, un filme. De la obra en cambio, es posible obtener algún conocimiento psicológico. Luego es necesario demostrarlo, claro, pero es posible recibir luces orientadoras acerca de la psicología humana. De modo específico el conflicto en literatura, donde se incluye el guión se basa en una situación irresuelta que puede permanecer de esta manera, es más, no se pretende como en la ciencia encontrar una solución. Esta carece de relevancia, incluso más importante que hallar una respuesta, es encontrar en la historia ritmo, atmósfera, verosimilitud.  
Imaginen una película sin conflicto. ¿Qué haría Frodo de “El señor de los anillos” si no tuviera que destruir el anillo de Sauron o Batman en una ciudad Gótica sin villanos? La película sería aburridísima.  En Kramer vs. Kramer el conflicto se presenta desde la primera escena. Lo apreciamos desde el título. En una  habitación sombría, apenas con una luz tenue, Joanna le dice a su hijo: “Te quiero”. La atmósfera perfecta que de inmediato nos permite avizorar que algo ocurre. El tono melancólico de la madre, su expresión que concuerda con la escasa luz. Sin duda, algo no está bien. Luego, cuando Billy dice: “Nos veremos en la mañana”, y su madre le responde con el silencio queda confirmada la desolación por venir. La presentación en paralelo del triunfo laboral de Ted y la decisión de abandonar el matrimonio por parte de Joanna es un acierto del director. Un miembro de la pareja que encuentra el éxito laboral y el otro que termina por hundirse en la inconformidad, la insatisfacción, propios de un vacío existencial que agobia a muchas personas, sobre todo a aquellas que optan por analizarse. Sócrates decía: “Una vida sin examen no merece la pena ser vivida”. Es el caso de Joanna, la diferencia radica en que su análisis no es productivo sino autodestructivo, un autoengaño. “No soy buena para él”, le dice a Ted al momento de despedirse y abandonar todo, incluso a su hijo. Situación sorprendente en su momento, Recuerden que el filme  se estrenó a fines de la década del 70, cuando era impensable que una mujer abandonara a su hijo. El abandono, la evasión de la responsabilidad de los hijos siempre fue considerado masculino, cuántas veces hemos sido testigos de padres que ni siquiera aceptan firmar a sus hijos. La figura de la madre goza de un estatus diferente, siendo una de sus máximas representantes la Virgen María. Para los no creyentes, también existen ejemplos: son las hembras de los animales quienes se encargan de las crías, en muy pocos casos sucede lo contrario. El macho del pingüino emperador empolla el huevo, lo mismo sucede con el caballito de mar que los carga en una bolsa, algún caso más por ahí, después siempre es la hembra la encargada. Como era natural, esta herencia se trasladó al hombre, y la sociedad se encargó de mantener el estatus quo durante miles de años. De ahí, el impacto del filme.
¿Cuánto valor se necesita para dejar a su hijo?, pregunta Ted sorprendido. ¿Acaso el amor de la madre no es innato o es aprendido como sostienen algunos? ¿Y el instinto maternal? ¿Acaso la relación madre hijo no es un vínculo indestructible? Recordemos que lo primero que hace Billy en la mañana es preguntar por su mamá. La etología demostró que la hembra cuida la cría, sin embargo, en las noticias vemos como madres abandonan a sus bebés en los basurales o en las tuberías del desagüe. Sucede que ya no somos solo instinto, entonces nos equivocamos. Nos equivocamos al elegir pareja, nos equivocamos al elegir cuando tener hijos, al momento de educarlos, al momento de abandonarlos.  
A diferencia de la madre, entre padre e hijo relación pasa por un periodo mayor de adaptación. ¿Cuántos varones cambian gustosos el pañal de sus hijos? En mi opinión, pocos. Ted recibe la noticia de la ruptura de su matrimonio, de su relación con sorpresa, como la reciben la mayoría de personas que alguna vez, han sido abandonadas. La crisis surge de pronto, y Ted tiene que repetirle a cada instante a su hijo que todo está bien, es como si se lo dijera a sí mismo. Al principio, incluso no acepta la separación. Imagina que Joanna volverá, es la negación absoluta y el teléfono que timbra refleja la sensación de vacío y dolor que la ausencia de la pareja ha ocasionado. Y sucede que cuando uno es abandonado, siente por un periodo de tiempo que el mundo le pesa una tonelada, que las horas no pasan y que la vida será insoportable sin la pareja. Por fortuna, todo pasa. No hay que olvidarlo, todo pasa. Hasta el enamoramiento más sublime. Hasta el dolor más intenso.
            Además de la relación padre hijo que muestra el filme, con sus períodos de adaptación, por ejemplo, los primeros conflictos cuando Billy bota el jugo sobre los papeles de trabajo de Ted. El desafío ante el helado que marca quizá una de las mayores crisis que lleva al niño a reclamar a su mamá, Karmer vs Kramer es un filme sobre el abandono. Un esposo que pierde a su esposa, un hijo que pierde a su madre, una madre que abandona a su familia. Ted que termina perdiendo su trabajo y después la custodia del niño. Todo es abandono seguido del resentimiento respectivo. No hay separación sin trauma. No existe el abandono sin dolor, es una fantasía del que se marcha.



Por otro lado, es un error subestimar a los niños. La carta absurda de la madre donde dice que pretende buscar algo interesante por sí misma. ¿Y su hijo? ¿Qué madre podría escribir algo así para su hijo de 6 años? Billy capta muy bien el mensaje, percibe que su mundo familiar se ha derrumbado y se culpa, por este motivo, le pregunta a su padre: “¿Me dejarás?”.
Pasada la crisis, Ted vuelve a colocar el cuadro de la esposa en el cuarto de Billy. Una forma de decir que el dolor pasa. Qué importante la frase de Ted “Pero ahí estoy”, cuando su hijo siente el alejamiento. ¿Cuántos padres podrán decir lo mismo? ¿Cuántos padres podrán hacer sentir que están allí para sus hijos?
La renuncia de Joanna a la custodia del hijo a pesar de haber ganado el juicio, solo confirma sus propias carencias, su imposibilidad vincular incluso consigo misma. Ni siquiera es capaz de saber lo que quiere. Tal vez, porque ni ella misma se quiere. Antes el divorcio se veía como fracaso, en la actualidad, ya no se percibe así, y la escena final de la puerta del ascensor que se cierra marca el final no solo del filme, sino de la pareja, Ted y Joanna quedan separados por la puerta, cada uno en su propio espacio, y del conflicto, del cual Billy no tiene ninguna culpa.

La escena del desayuno  marca la evolución de la relación padre hijo a pesar de la tristeza en la atmósfera. Una relación es aceptación, no es obligación. Los hijos jamás olvidan a sus padres, incluso su ausencia puede significar una presencia. Y los padres cuidan  de sus hijos, al menos eso deberían. “Sí, Billy podemos ir al parque”. “Sí, hijo podemos ir al parque” Es una frase que todos nosotros que hemos sido niños una vez, recordamos con cariño.

lunes, 5 de agosto de 2013

ALGUNAS PELÍCULAS QUE NO SE PUEDEN DEJAR DE VER


          Aquí les entrego una lista, por supuesto muy subjetiva de 15 películas que todo buen amante del cine no debería perderse. Incluyo filmes de todo género y año:

         Lo que el viento se llevó (1939)
         Un tranvía llamado Deseo (1951)
         El Padrino (1972)
         Annie Hall (1977)
         Karmer vs Kramer (1979)
         La guerra de las galaxias: El Imperio Contraataca (1981)
         Blade Runer (1982)
         Amadeus (1984)
         Despertares (1990)
         Los Imperdonables (1992)
         La lista de Schindler (1993)
         Tiempos violentos (1994)
         Pecados Capitales (1995)
         Amalie (2001)
         Seabiscuit (2003)
 
     

jueves, 4 de julio de 2013

EL CAFÉ QUE QUEDÓ


          El presente título le pertenece a una reseña realizada por Jonathan O.G. sobre mi tercer libro de cuentos "Te queda un poco de café", publicada en su blog titulado Yggdrasil y el hilo de oro. Quiero expresar mi agradecimiento al autor por tomarse el tiempo para leer el libro y escribir la reseña que a continuación transcribo. 

"El psicólogo y escritor Fernando Espíritu Álvarez (Lima, 1971) ha publicado los libros de cuentos Río Salvaje (2002) y ¿Qué saben los ajedrecistas de mujeres? (2004); en el ámbito de su especialidad La pareja: entre el amor y el dolor (2007) y psicología y literatura (2009). En esta oportunidad Fernando nos entrega su nueva producción literaria ¿Te queda un poco de café? (Lima, Mesa Redonda, 2012).

          En este conjunto de once relatos Fernando nos va mostrando los conflictos personales, los encuentros y desencuentros amorosos, las problemáticas de pareja y estas poco perceptibles relaciones y acontecimientos, pero no por ello menos importantes, que se dan en el día a día. Los escenarios y personajes urbanos van mostrándonos el carácter caótico de su vida, en la que llevan relaciones conflictivas, incómodas y difíciles que los ponen a prueba. Una peculiaridad en estos relatos es la caracterización unánime del temperamento de las mujeres, las cuales son descritas por sus parejas, así en «Hombres, mujeres y caballos» la novia del protagonista es «medio zafada». En el cuento «Más allá» Betty Linda es irritable e irascible y en «Por algo será» se ve la misma línea, la mujer de Roberto es «una mujer gritona y renegona».

        Las relaciones de pareja son el eje temático de los relatos y estas suelen ser inarmónicas y conflictivas, pero de alguna manera son necesarias para ambos, por este motivo los protagonistas no pueden desligarse de su pareja o del círculo constante en el que están, quizás por temor a la soledad, por cuestiones prácticas o por el simple hecho de afrontar una ruptura.

        Los cuentos en su mayoría son de corte realista, transmitiendo una sensación de desdén en la narración donde los escenarios suelen ser grises, salvo dos excepciones, el relato «Hombres, mujeres y caballos» que tiene una carga humorística considerable debido a las ironías del narrador producto de los sucesos que se dan en la historia, pero aun así el relato no deja de ser penoso. Por otro lado el relato «Más allá» discrepa un poco de los demás cuentos en la medida en que el personaje principal está viendo un accidente de tránsito, en donde la víctima es él, mientras nos cuenta la relación con su pareja y divaga sobre la posibilidad de estar muerto o en una especie de coma.

     A lo largo del libro puede verse mejor manejo de los recursos literarios en los relatos hechos en primera persona, cosa que le es más difícil en cuentos como «Por algo será» o «La camioneta del seminario», donde el narrador se distancia y no participa como personaje en la historia.


       La labor de Fernando Espíritu como psicoterapeuta de pareja, influye notoriamente en la elección del tema principal del libro, pero no por ello renuncia a la estética literaria para centrarse únicamente en la presentación de los conflictos personales y de pareja, sino que entrelaza ambos y le da un toque personal, en ocasiones tiende al humor pero sin salirse del rasgo resignado de su relato, logrando transmitirnos esa apatía, muy humana, que en ocasiones suele envolvernos irremediablemente".

        Gracias a Jonathan O.G. por la reseña.

jueves, 27 de junio de 2013

EL DEMONIO NO EXISTE


         El diablo es un invento de la sociedad. Aquel ser con cuernos y cola es la excusa perfecta que permite justificar una serie de atrocidades que ocurren en el mundo. Entonces nos venden la idea de que el ser humano no es el perverso, sino que influenciado por Lucifer actúa con un extraordinario sadismo que no deja de sorprendernos cada día. Basta encender la televisión por las mañanas y sintonizar los noticieros. En cuestión de minutos, uno se entera de guerras, asesinatos, abusos de poder, violaciones y explotación que uno queda sorprendido que en el mundo todavía exista el concepto de civilización. Si, civilización significa que un esposo le dispare a la cabeza a su mujer delante de su pequeño hijo, es mejor vivir como salvaje. Al menos, nuestros primos “inferiores” los animales no matan a los otros por puro placer. 


          ¿Qué nos está pasando? Acaso Lucifer se ha liberado de las cadenas que lo tenían bien sujeto y anda por ahí haciendo de las suyas. Háganme el favor. Semejante creencia corresponde a la psicología de un niño o a una mediocridad existencial alarmante. Asumir la existencia del demonio, solo delata la imposibilidad del hombre para asumir su propia responsabilidad ante el horror de sus acciones, implica no asumir las consecuencias de sus actos. Es necesario que nosotros aceptemos nuestra culpa por ser parte de este mundo contemporáneo, donde prima la ambición del poder y del dinero, dejando de lado los valores sobre los cuáles se constituyó el concepto civilización. Culpar al diablo, no nos va a servir de nada. Al contrario, es la salida más fácil para no hacer nada. Lucifer representa la excusa perfecta para que todo se mantenga igual. Para que miremos al mundo con resignación y nos limitemos a esperar cuando sucederá otra desgracia, cuando volverán a dejar a otro bebé abandonado en un basurero, cuando asesinarán a otro taxista que luchaba por ganarse el pan diario y pretendió defender su vehículo, cuando uno de los líderes mundiales inicie otra guerra, según él buscando la paz. 

         Cuando nos horroricemos de verdad, es decir desde las entrañas, nos daremos cuenta que el demonio no existe, que somos nosotros los responsables, y que está en nosotros el verdadero poder del cambio.

lunes, 27 de mayo de 2013

LA TABERNA DE ZOLA



          Leí La taberna de Emilio Zola en una impecable edición de Oveja negra cuando era apenas un adolescente. Confieso que inicié la lectura con temor. Temor a sus más de trecientas páginas. No significa que antes, no hubiera leído libros de mayor extensión. Conversación en La catedral de Vargas Llosa y Moby Dick de Melville, los había devorado con una enorme satisfacción. Me atemorizaba lo desconocido, y Zola, para aquel adolescente que era a finales de los ochenta, era un total desconocido. Ignoro si les sucede a ustedes, en mi caso antes de leer por primera vez a un autor, así se trate de un clásico, solicito opiniones y no de expertos literatos, sino de amigos amantes de la literatura. Hay tanto por leer y tan escaso tiempo, que me niego a desperdiciar el tiempo leyendo un texto que no vale la pena o que no me agrada. Por otro lado, soy consciente que un reconocido autor o una obra maestra pueden no gustarnos, sin que ello signifique mezquinar méritos al autor o a la obra. La taberna se publicó en 1877 y me fascinó. La taberna es la séptima novela del ciclo de Los Rougon-Macquart, y narra la historia de Gervasie, una mujer honrada y trabajadora que después de alcanzar el progreso económico, las circunstancias y su escasa reacción ante las mismas, la lleva a degradarse y perder no solo a su familia, a sus amigos, sino a sí misma. Zola relata la desolación y la desesperanza del pueblo, a través de la identificación con este personaje femenino. Zola buscó en su obra descubrir el trasfondo del hombre en la sociedad. Con respecto de su novela, el autor comentó: “es la primera novela sobre el pueblo que no miente y que huele a pueblo”. Tiene toda la razón. La impotencia que embarga a Gervasie, además de conmovernos, nos acerca a una realidad desconocida para muchos, la realidad del individuo, en este caso una mujer que debe buscar en el entorno social el sustento diario con un mínimo de oportunidades para lograrlo. Las excesivas invitaciones para estar mal que agobian a la protagonista terminan por derrotarla y su injusta derrota nos conmueve. No entendemos su abandono. Sufrimos con ella, incluso resulta imposible dejarla y cuando por fin fallece, una melancólica resignación se apodera de nosotros. Con audaz sagacidad, Zola se introduce en nuestros pensamientos y nos conduce hacia la trágica idea: era lo mejor para ella. Ya no queríamos verla sufrir, quizá porque en el fondo, sufríamos también nosotros.

Hace unos días terminé de leer La bestia humana, y sigo pensando lo mismo. Zola es un autor extraordinario. Sorprende su capacidad de recrear la psicología de las personas, con sus conflictos y vicisitudes desde una perspectiva que bien podría situarse en la actualidad. Su obra no se desgasta, como sucede con algunas novelas clásicas. En el caso de Zola, la vigencia se mantiene porque ofrece al lector lo más profundo del ser humano, su sí mismo. Cada novela del autor francés representa no solo un viaje al naturalismo propio de la época, sino además, ofrece una mirada hacia el interior de uno mismo

lunes, 20 de mayo de 2013

HASTA SIEMPRE, MI QUERIDA KITTY


Estuvimos juntos un poco más de catorce años. La primera vez que te vi apenas medías unos centímetros. Eras una bolita de pelos con unos grandes y adorables ojos marrones llenos de vida. Vida que compartiste conmigo en las buenas y en las malas. Tenías nombre de gata pero eras una linda pekinesa de color caramelo. Fuiste mi mejor amiga. Compartiste mis triunfos, alegraste mis tristezas, nunca me engañaste, nunca jugaste sucio. Eras la compañía ideal. No imaginas como extraño tus correrías y saltos por toda la casa. Subirte a tu ventana preferida y mirar juntos hacia la calle. Irradiabas alegría. Toda la alegría y el entusiasmo que a mí me falta. La familia te llamaba Kitty bebé, porque parecías un cachorro de peluche, por eso me gustaba cargarte, sentir tu ternura. El día que partí de casa de mis padres, te quedaste con ellos. Era lo mejor. En adelante viviría en un departamento solo, adonde apenas llegaría por las noches a dormir. No hubiera sido conveniente que me acompañaras. ¿Qué hubieras hecho encerrada sola todo el día? En casa de mis padres, no solo estaban ellos, sino mi abuela que te adoraba. Toda la familia te amaba, y lo hacían porque eras un miembro más de nuestra pequeña tribu.

Fueron catorce años, y en catorce años ocurren innumerables circunstancias. Sucesos dignos de recordar y otros para olvidar, pero nada de arrepentirse de lo vivido. Eso jamás. Lo aprendí de ti. No es cierto que el hombre, sea un animal superior. La naturaleza es más sabia y su sabiduría se presenta de la forma menos esperada. Además, solo se arrepienten los pusilánimes, los débiles de carácter que no son capaces de afrontar la responsabilidad de sus actos. Considero un deber del ser humano asumir sus logros y sus fracasos, sus aciertos y equivocaciones, porque ello, nos convierte en quienes somos, nos define. No es válido arrepentirse de alguna acción propia. Ya está hecho. Si es posible corregirla, hay que hacerlo, de lo contrario solo queda asumir las consecuencias con hidalguía y seguir adelante. No existe otra alternativa. Y en los catorce años que me acompañaste, fuiste testigo de mis escasos aciertos e incontables errores.  Presenciaste cómo el estudiante se convirtió en profesional y luego, en docente universitario. También fuiste testigo en primera fila de cómo pasé de aspirante a escritor a ser autor de cuatro de mis cinco libros hasta el momento publicados. Tu partida impidió que vieras Te queda un poco de café, aunque escuchaste la mayoría de los cuentos que formaron parte del libro. Era una costumbre para algunos absurda. Leer mis cuentos a mi perro, como si entendiera. Para mí, el entendimiento no pasaba de ser un detalle carente de importancia. Se trataba de ti mi querida pekinesa. Mi mejor amiga durante catorce años. Cómo extraño tu alegría al recibirme, tus ladridos, tus cosquillas, incluso tu mal humor, porque a los amigos se los acepta tal y como son. En aquellos catorce años, perdí más amigos de los que gané. Una irrelevancia, si uno comprende y acepta que la mejor compañía para un aspirante a escritor, es la soledad. Escribir es una actividad solitaria. Si uno vive con una familia hay que atreverse a cerrar la puerta, lo dicen la mayoría de escritores King, Gardner, Vargas Llosa. Además, estabas tú que me acompañaba mientras escribía. Solo me resta una promesa que hacerte, mi querida Kitty. Nunca arrepentirme de nada. Nunca. Te lo prometo.

lunes, 6 de mayo de 2013

MISERY, PSICOSIS Y AMOR DIVÍSTICO


          Misery es una novela que estremece. Su autor Stephen King entregó el manuscrito a la editorial y fue publicado en 1987. De inmediato, se convirtió en un éxito. Tres años más tarde, William Goldman adaptó la novela al cine, y el filme fue muy bien aceptado por la crítica. El protagonista Paul Sheldon, un escritor de mucho éxito, fue interpretado nada menos que por James Caan, y Kathy Bates obtuvo un Oscar por darle vida a Annie, una psicótica asesina. Tanto en la novela como en el filme, el inicio es similar. Paul sufre un terrible accidente mientras viaja por la carretera, del cual sale vivo de milagro, pero con ambas piernas rotas y muy lastimado. Despierta en la casa de Annie Wilkes, una enfermera fanática de Misery, personaje de muchas de las novelas de Paul. Al principio todo parece marchar bien, Annie idolatra a Paul, el amor por el divo se manifiesta en los cuidados y esfuerzos por salvarle la vida, pero poco a poco se va descubriendo una obsesión que se apodera de su admiradora. Primero su irracional impulsividad, sus accesos de mal humor, cada vez más evidentes, hasta llegar a la tortura. Ella trata de retenerlo y lo obliga a escribir una nueva novela donde Misery reviva. Desde aquel momento, queda instaurada una lucha por sobrevivir. Paul intentará doparla, acuchillarla con tal de obtener su libertad, por su parte Annie, lo dejará de hambre, lo obligará a beber agua sucia, lo mutilará (en el filme solo lesionará sus tobillos), asesinará a todo aquel que aparezca por su cas buscando al laureado escritor. El suspenso pasa a convertirse en un elemento crucial de la historia y perdura hasta la escena final, en el restaurante en el filme de Goldman, y en la habitación del hotel en la novela. King nos refleja el amor divístico llevado a la obsesión, llevado a la psicosis extrema, y por tanto, su desestructuración como sentimiento válido. Es factible la identificación con la impotencia de Sheldon, imposibilitado de luchar con todas sus fuerzas al encontrarse herido. Sin embargo, no todo está perdido, King nos señala que siempre existe una esperanza a pesar de lo terrible dela situación, y esta esperanza se ampara en el ingenio, ya que lo único que posee Sheldon, es su habilidad para enfrentarse a un enemigo superior en fuerzas. ¿Triunfará?

lunes, 11 de marzo de 2013

ROL DE LA PAREJA EN EL PADRINO



        El Padrino es uno de mis filmes favoritos. El guión adaptado de la novela de Puzo, una historia que combina la violencia, la ilusión y el dolor. Por otro lado, la maestría de las actuaciones. Basta citar a Marlon Brando en el papel principal, además de un reparto de lujo con actores como James Caan o Al Pacino, el resultado solo podía ser uno. Un filme notable. Me atrevería a decir que es uno de los pocos casos, donde la película iguala o incluso supera a la novela. Es curioso que el mismo Coppola rechazara en un inicio el texto del escritor Puzo, sin imaginar que se convertiría en su mayor éxito. También Marlon Brando fue resistido por la Paramount para el papel de Vito Corleone. Al final de las candentes negociaciones, Coppola salió con su gusto y el célebre y particular actor dio vida al jefe de la mafia.

            Y, ¿el amor? ¿Cuál es su rol en la película? En mi opinión, además del tema de la mafia ligada a la violencia y el dolor correspondiente, el amor juega un papel fundamental en la obra. Recordemos cómo inicia el filme. La boda fastuosa de Connie, la engreída hija de los Corleone, con Carlo un joven apuesto bueno para nada, incapaz de manejar su orgullo herido al no ser tomado en cuenta en los negocios familiares. Su resentimiento marcado desde el inicio, sellará el destino de la pareja. Carlo, un esposo frustrado descargará su ira sobre Connie, quedando instaurada la violencia, hasta el extremo de provocar el asesinato de Sony, el primogénito de Vito, que en un arrebato de violencia golpea a Carlo por maltratar a su hermana. Carlo jura venganza y acepta participar en la planificación de la muerte de su cuñado con una familia rival de los Corleone.

            Durante la fiesta de celebración de la boda ocurren dos sucesos más. La infidelidad de Sony hacia su esposa y la llegada de Michael, el hermano menor acompañado de su novia Kay. En el primer caso, a pesar de las protestas de la esposa engañada, sabe de modo perfecto que no puede triunfar frente a su esposo mafioso y se limita a protestar, pero sin alterar el orden familiar. En el segundo caso, Kay que no pertenece, ni entiende el mundo familiar de los Corleone, muestra toda su curiosidad y no solo pregunta, sino que además cuestiona, quiere respuestas. Anhela la seguridad de que Michael no forma parte de ese mundo donde reina la mafia, pero a la vez, solo escucha un fragmento del discurso, solo presta atención a lo que quiere oír. Utiliza la negación como una forma de convencerse de la ficción donde su novio está libre de toda corrupción, lo que hasta aquel momento parece cierto. Pero ¿acaso los individuos no son producto de su familia? La familia no nos determina, estamos de acuerdo. Sin embargo, en estos casos donde la venganza constituye uno de los arquetipos familiares más relevantes, la participación de Michael se prevé como inevitable.

            El intento de asesinato de Vito Corleone, marca el nuevo destino de Michael. Primero se aleja de Kay sin ofrecerle ninguna explicación e ingresa en una red de venganza, planificando y ejecutando con una maestría tal, que comienzan a esbozarse las bases de su futuro papel como Don. Asesina al turco Solozzo y al jefe de policía McCluskey. Luego, se ve obligado a huir a la isla de Sicilia en el Mediterráneo.

            Aquí surge la figura de Apolonia. La joven de una villa siciliana, de la cual, Michael queda prendado con solo verla. Ni siquiera intercambian palabra. En el enamoramiento no es necesario. Basta el silencio, solo la mirada. Michael incluso arriesga su seguridad revelando su condición de refugiado al padre de la joven. Este, ante el inmenso gesto de confianza, acepta que corteje a su hija. ¿Y Kay? Se dice que un nuevo enamoramiento desplaza al antiguo. Quizá debamos agregar, el más intenso enamoramiento desplaza a todos los anteriores. Y esto, es precisamente lo que representa Apolonia. Todo lo opuesto de Kay. Mientras Kay interroga, Apolonia acepta. La joven siciliana conocedora del mundo de la mafia, sabe con exactitud el rol que debe interpretar la esposa de un mafioso. No es que sea sumisa, ella acepta, palabra mágica en las relaciones de pareja. Apolonia no solo es enamoramiento, es el verdadero amor de Michael. Se casan y son felices, pero esta felicidad no perdura. Está condenada por la tragedia. Primero, llega la noticia del asesinato de Sony, y luego, Apolonia muere ante los ojos de Michael al estallar la bomba en el auto destinada a él. Una vez más, la imposibilidad de establecer un vínculo de pareja duradero parece rondar a los personajes.

            Al retornar a los Estados Unidos, Michael tarda un año en buscar a Kay. Antes, tiene asuntos más importantes que resolver. Se involucra por completo en los negocios de la familia y aprende de Vito, su padre, preparándose para convertirse en su sucesor. Entonces, ¿qué representa Kay para Michael? Michael quiere a Kay sin duda, pero antepone a su familia, además, amaba a Apolonia. Michael pretende una esposa y piensa que Kay es la indicada. Ella al inicio se resiste, luego termina aceptando. Ambos se equivocan porque cada uno ofrece lo el otro no necesita. Michael no quiere preguntas, no entiende que su nueva esposa es muy diferente de la fallecida Apolonia y, Kay necesita respuestas, respuestas imposibles ante lo evidente. Incluso no es suficiente para ella la acusación de Connie a Michael por el asesinato de Carlo como venganza. Aquí, surge la interrogante: ¿cuánto tiempo seguirá negándose a ver que Michael, su esposo es el nuevo Don de la mafia? El triste desenlace de la pareja surge en la imaginación del espectador como si fuera una tragedia griega.
(Fragmento de un artículo que será publicado en un futuro libro de miseláneas).

lunes, 4 de febrero de 2013

UN NUEVO VIAJE POR LA DIVINA COMEDIA Y EL APORTE DE CHIAPPO




        Todos descendemos al infierno alguna vez en nuestra vida. Basta mirar hacia nuestro pasado, y listo, la memoria se encargará de recordarnos aquella amarga experiencia vivida. Gracias a Dios o a la casualidad o a nuestra propia proactividad, en caso de ser ateos, siempre tenemos la posibilidad de retornar al paraíso. Todos somos testigos de cómo un amor perdido destruye al enamorado, lo paraliza hasta transportarlo al infierno del abandono y la soledad; y vemos también, como luego de un tiempo, es rescatado de las penurias que ceden su lugar a la alegría al encontrar un nuevo amor. Podemos decir incluso, que su retorno al cielo, se produce sin pasar por el purgatorio. El purgatorio vendrá después dirán algunos.

¿Por qué ofrecer ejemplos de amor si el tema es otro? Se preguntaran algunos. Así como Dickens, el célebre escritor inglés, confesó haberse enamorado de la Caperucita Roja en su niñez. Difícil no enamorarse de ella, ingenuidad y a la vez, posibilidad de error. Pienso que la mayoría nos hemos enamorado de algún personaje literario en alguna ocasión. Lo mismo le sucedió al doctor Leopoldo Chiappo, no con un personaje, sino con una obra: La divina comedia. Sus estudios al respecto, le abrieron las puertas a la Sociedad Americana de Dante fundada en 1981 en la Universidad de Harvard.

Al doctor Chiappo le fascinaba la Divina Comedia de Dante, pero escribió mayores estudios acerca del infierno. Es suficiente citar el título de uno de sus libros más significativos: “Dante y la psicología del infierno”, para darnos cuenta de ello.

¿Por qué el infierno atrae más que el paraíso? Y no solo me refiero a la obra de Dante, sino a lo acontecido en nuestra vida cotidiana. “Nuestro siglo, es el siglo de la violencia y de la muerte, en todas partes”. Nos anuncia Chiappo en la introducción de su obra. Utiliza estas palabras para sustentar la vigencia de Dante en nuestros días. En su opinión, solo cambian los escenarios y los actores, los argumentos y los temas, pero en esencia la historia humana de dolor y destrucción continua repitiéndose con cada vez menos esperanza. Una compulsión a la repetición freudiana. Sabemos que lo prohibido, a lo cual siempre se liga lo malo, captura el interés, aunque no alcance a convertirse en pauta, de casi cualquier persona. ¿Por qué lo tanático nos congrega con mayor fuerza que lo vital? Un velorio, un sepelio llaman más la atención y congregan más personas que una fiesta. ¿Acaso la destrucción forma parte de nuestra naturaleza? Es cierto que la capacidad de razonamiento nos permite tomar decisiones, y al hacerlo podemos equivocarnos y destruirnos o destruir al otro, pero este no es el caso. Estamos hablando de intencionalidad. Para Chiappo, la Comedia de Dante es un espejo ante el cual, los seres humanos podemos vernos tal y como somos: “unos animales nobles en riesgo de envilecernos”. Somos individuos que pudiendo acceder al paraíso, escogemos en muchas ocasiones el infierno. Sucede que el infierno es más interesante, opinarán algunos.

La Divina comedia comienza presentando al poeta Dante convertido en un personaje, perdido en una selva, alegoría del pecado. Él inicia un trayecto compuesto por tres instancias básicas: el Infierno, el Purgatorio, el Cielo. Cada una de ellas se divide a la vez, en distintos ambientes: círculos, cornisas, cielos.

            En el portal del infierno se encuentra un mensaje que resume su fuerza en la última idea: Oh vosotros, los que entráis, abandonad toda esperanza. Anuncia nihilista, sin duda. De allí en adelante, el camino por el infierno está compuesto por nueve círculos.

            Para acceder al Purgatorio se debe recorrer una instancia llamada Antepurgatorio, compuesta por cornisas y valles. El camino que se recorre en el Purgatorio consta de siete cornisas donde se pugnan penas como la soberbia, la envidia, la ira, la pereza, la avaricia, la gula, la lujuria. Finalmente, se accede al Paraíso terrenal, previo al cielo.

            El Cielo está compuesto por nueve instancias llamadas cielos y el Empíreo, donde se encuentra la Rosa Cándida, sitio de los bienaventurados, los ángeles, la Virgen y Dios.

            Como personaje principal, Dante que, a pesar de estar vivo y ser consciente de ello, transita los diferentes recintos de los muertos. Dante inicia su viaje al encontrarse perdido en el medio del camino de la vida. Esta confusión simbolizada además por el acoso de tres fieras (lujuria, soberbia y avaricia), lo arrojan al portal del infierno donde inicia su recorrido acompañado por Virgilio (símbolo de la razón y sabiduría) y, a partir del cielo, acompañado por Beatriz (símbolo de la fe). La impresión de lo observado y de las sensaciones experimentadas en este viaje por el personaje, son relatados de modo directo o a través, de diálogos. La obra nos muestra vivencias humanas como la confusión, temores, admiración, sorpresa, fastidios, tranquilidad entre otras. Recordemos: cada uno escribe desde sus contenidos, y elige sus preferencias desde los mismos.

            A partir de su lectura, Chiappo nos ofrece un análisis acerca del proceso dinámico de la vida humana, cuyo fin es la liberación, pero desde su contraparte: la infiernización de la vida. Describe el infierno de Dante como un estado de incesante cautiverio de la conciencia, que a medida que se baja de círculo en círculo, se hace cada vez más constrictivo hasta la inmovilidad congelada de los traidores atrapados: Judas, Bruto y Casio, en las mandíbulas del propio Lucifer, el cual aparece con tres rostros a las tres razas conocidas en aquella época. La infiernización es la deshumanización del hombre, la cual se caracteriza por los siguientes rasgos: cerrazón, enclavación, programación, desamor e insignificancia. Dentro de este panorama variado de cada círculo, Chiappo nos explica que los individuos han quedado fijados psíquicamente y capturados en una misma situación: el martirio. Al perder su libertad, desaparece todo proyecto de vida.

            Algunos Dantólogos señalan un aparente error de Dante, con el traidor Casio, referido a su contextura física que no corresponde a la realidad. Chiappo le dedica parte de un capítulo de su obra a este tema. A mi criterio el tema de Casio no representa un problema y mucho menos un error, debido a que La comedia es una obra de ficción, y la literatura define a la ficción como una fantasía que ofrece la opinión del autor. Según este criterio todo escritor tiene absoluta licencia para colocar en sus textos lo que desee. Solo debe tratar de ser verosímil.

            Si en el infierno encontramos la deshumanización del hombre, es en el purgatorio y en el paraíso donde surgen las metáforas de la vida humana en crecimiento. Según Chiappo, el sufrimiento debe ser integrado a la plenitud como una forma más completa y profunda de entender al hombre y la sociedad desde el estudio de La comedia.

sábado, 2 de febrero de 2013

Valoración de la imagen del Perú como nación (Fragmento)

La historia de las naciones está plagada de ambivalencias. Períodos de grandeza vienen seguidos de etapas críticas y viceversa. El Perú no es la excepción. Al próspero período del guano de las islas, le siguió el desastre de la Guerra del Pacífico. Luego de diversos gobiernos dictatoriales, por fin parece haberse establecido una civilizada democracia. ¿Por qué entonces el peruano tiende a centrarse en aquellos aspectos poco favorables del país? Esta imagen contraproducente del país debería cambiar.

Una de las representaciones más significativas del Perú, la ofrece Vargas Llosa en su novela Conversación en La Catedral: ¿Cuándo se jodió el Perú? Interrogante que parece plasmar como una tragedia griega el destino del país. A pesar, que una encuesta de Imasen publicada en el diario La República en Julio del 2012, donde se sostiene que el nivel de autoestima se ha elevado en los peruanos, la actitud de la población hacia el país no cambia. Su percepción desfavorable continúa, porque el nivel de autoestima es un factor individual y la imagen del Perú es un arquetipo compartido y desarrollado a lo largo de la historia. Esta imagen adversa del Perú debe cambiarse de lo contrario el peruano continuará evadiendo el compromiso con el progreso de su nación al no existir el sentimiento de pertenecía al grupo, ingresando en un círculo vicioso donde la mayoría se resigna o termina huyendo, dando como resultado que el Perú que añoramos, donde primen los valores y la honestidad todavía se encuentre lejano.
(.....)
El Perú es una suma de ambivalencias. El Perú es un poema extraordinario de Vallejo y la usura de Esparza Zañartu; es Grau rescatando al enemigo chileno de las aguas y la mediocridad de las autoridades corruptas. Todo ello representa el Perú, no podemos dividirlo, no podemos escindirlo a pesar de nuestro deseo y negar la existencia de sus períodos nefastos. Sin embargo, lo que sí es posible, es combatir la percepción errónea que distorsiona los sucesos de nuestra historia, revalorando a nuestros héroes, dejando de responsabilizar a los conquistadores españoles por nuestras propias falencias y brindándole una real dimensión al aporte de la cultura indígena, y una de las formas de lograrlo, es combatiendo nuestra propia imagen alejada de la excelencia y cercana a las aspiraciones medianas. No es posible cambiar el pasado, pero sí es posible aprender y elaborar los acontecimientos para no incidir en lo negativo, y dirigir nuestra mirada hacia el porvenir. Es el momento de comprender, pero sobre todo de sentir que el Perú ha sido y es un gran país, debemos cambiar la imagen desfavorable de nuestro país, porque solo así, sus habitantes dejarán la apatía y se escandalizarán ante la corrupción, solo así el individuo será capaz de apostar y creer en el progreso por una razón a todas luces válida, el peruano y el Perú se lo merecen.

(El artìculo completo forma parte de futuro libro de temas miselàneos).