miércoles, 1 de marzo de 2017

CUATRO CUENTOS O UNA NOUVELLE


Existen historias que calan en lo profundo de nuestro ser y nos atrapan desde la primera línea. Identificación o empatía. No importa. Son escasos los autores que pueden lograrlo, para ello, la historia tiene que ser capaz de capturarnos de un modo inconsciente. Casi irracional. Lo narrado debe salir de la entraña para llegar del mismo modo al lector. Esto lo percibimos, cuando cogemos un libro y resulta imposible dejarlo porque se convierte en una necesidad descubrir cómo continua la historia, ansiamos saber qué le sucede al personaje, y detestamos cada interrupción. Cada vez que me encuentro ante una situación así de inusual, emprendo una nueva tarea. Buscar otros libros de dicho autor. En algunos casos, estas nuevas lecturas terminan con una decepción, pero en otros, se produce algo extraordinario: mi captura total e ingreso al mundo creado por un autor que desde ese instante pasa a convertirse en uno mis favoritos.

            Esta maravillosa sensación me sucedió con Ribeyro, Zola, Cortazar, McCullers, Carver, Saramago y tantos otros autores, como seguro perciben, así de dispares. Un descubrimiento tardío, porque recién lo leí pasados los 30 años, fue el estadounidense John Steinbeck, nacido en California en 1902. La Perla, De ratones y hombres, Las uvas de la ira, Al este del Edén, bastan para reconocerlo. Es cierto que sus dos primeros libros: La copa de oro y Las praderas del cielo, pasaron desapercibidos, recién el tercero llamado: El pony colorado logró capturar la atención de los críticos y llegaron a considerar al autor como una promesa. No se equivocaron. Muchos años después, en 1962, fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura.

            Hace unos días, terminé de leer El pony colorado, y reafirmo lo sucedido cuando llegó a mis manos La perla. Resultó imposible dejar las experiencias del niño Jody, Vivir junto con él, en cuatro historias que funcionan como independiente o como una nouvelle, sus emociones desencantos, su paso de la inocencia al dolor, a la añoranza, en fin, a los misterios de la vida, porque esto ocurre cuando uno lee a Steinbeck, siempre preocupado por los problemas sociales, nos traslada a un mundo muy lejos de lo ideal. Jody junto a su familia y al ayudante Billy Buck, nos representa a la mayoría de nosotros, una vida de inconformidad y a la vez, deseos de no rendirse nunca. Para mi estupenda lectura de iniciación.