Existen historias que calan en lo profundo de
nuestro ser y nos atrapan desde la primera línea. Identificación o empatía. No
importa. Son escasos los autores que pueden lograrlo, para ello, la historia
tiene que ser capaz de capturarnos de un modo inconsciente. Casi irracional. Lo
narrado debe salir de la entraña para llegar del mismo modo al lector. Esto lo
percibimos, cuando cogemos un libro y resulta imposible dejarlo porque se
convierte en una necesidad descubrir cómo continua la historia, ansiamos saber
qué le sucede al personaje, y detestamos cada interrupción. Cada vez que me
encuentro ante una situación así de inusual, emprendo una nueva tarea. Buscar otros
libros de dicho autor. En algunos casos, estas nuevas lecturas terminan con una
decepción, pero en otros, se produce algo extraordinario: mi captura total e
ingreso al mundo creado por un autor que desde ese instante pasa a convertirse
en uno mis favoritos.
Esta
maravillosa sensación me sucedió con Ribeyro, Zola, Cortazar, McCullers, Carver,
Saramago y tantos otros autores, como seguro perciben, así de dispares. Un
descubrimiento tardío, porque recién lo leí pasados los 30 años, fue el
estadounidense John Steinbeck, nacido en California en 1902. La Perla, De
ratones y hombres, Las uvas de la ira, Al este del Edén, bastan para
reconocerlo. Es cierto que sus dos primeros libros: La copa de oro y Las
praderas del cielo, pasaron desapercibidos, recién el tercero llamado: El pony
colorado logró capturar la atención de los críticos y llegaron a considerar al
autor como una promesa. No se equivocaron. Muchos años después, en 1962, fue
galardonado con el Premio Nobel de Literatura.
Hace
unos días, terminé de leer El pony colorado, y reafirmo lo sucedido cuando
llegó a mis manos La perla. Resultó imposible dejar las experiencias del niño
Jody, Vivir junto con él, en cuatro historias que funcionan como independiente
o como una nouvelle, sus emociones desencantos, su paso de la inocencia al
dolor, a la añoranza, en fin, a los misterios de la vida, porque esto ocurre
cuando uno lee a Steinbeck, siempre preocupado por los problemas sociales, nos
traslada a un mundo muy lejos de lo ideal. Jody junto a su familia y al
ayudante Billy Buck, nos representa a la mayoría de nosotros, una vida de
inconformidad y a la vez, deseos de no rendirse nunca. Para mi estupenda
lectura de iniciación.