Todos
descendemos al infierno alguna vez en nuestra vida. Basta mirar hacia nuestro
pasado, y listo, la memoria se encargará de recordarnos aquella amarga
experiencia vivida. Gracias a Dios o a la casualidad o a nuestra propia
proactividad, en caso de ser ateos, siempre tenemos la posibilidad de retornar
al paraíso. Todos somos testigos de cómo un amor perdido destruye al enamorado,
lo paraliza hasta transportarlo al infierno del abandono y la soledad; y vemos
también, como luego de un tiempo, es rescatado de las penurias que ceden su
lugar a la alegría al encontrar un nuevo amor. Podemos decir incluso, que su
retorno al cielo, se produce sin pasar por el purgatorio. El purgatorio vendrá
después dirán algunos.
¿Por qué ofrecer ejemplos de amor si el tema es otro? Se preguntaran
algunos. Así como Dickens, el célebre escritor inglés, confesó haberse
enamorado de la Caperucita Roja en su niñez. Difícil no enamorarse de ella,
ingenuidad y a la vez, posibilidad de error. Pienso que la mayoría nos hemos
enamorado de algún personaje literario en alguna ocasión. Lo mismo le sucedió
al doctor Leopoldo Chiappo, no con un personaje, sino con una obra: La divina
comedia. Sus estudios al respecto, le abrieron las puertas a la Sociedad
Americana de Dante fundada en 1981 en la Universidad de Harvard.
Al doctor Chiappo le fascinaba la Divina Comedia de Dante, pero escribió
mayores estudios acerca del infierno. Es suficiente citar el título de uno de
sus libros más significativos: “Dante y la psicología del infierno”, para
darnos cuenta de ello.
¿Por qué el infierno atrae más que el paraíso? Y no solo me refiero a la
obra de Dante, sino a lo acontecido en nuestra vida cotidiana. “Nuestro siglo, es el siglo de la violencia y
de la muerte, en todas partes”. Nos anuncia Chiappo en la introducción de
su obra. Utiliza estas palabras para sustentar la vigencia de Dante en nuestros
días. En su opinión, solo cambian los escenarios y los actores, los argumentos
y los temas, pero en esencia la historia humana de dolor y destrucción continua
repitiéndose con cada vez menos esperanza. Una compulsión a la repetición
freudiana. Sabemos que lo prohibido, a lo cual siempre se liga lo malo, captura
el interés, aunque no alcance a convertirse en pauta, de casi cualquier
persona. ¿Por qué lo tanático nos congrega con mayor fuerza que lo vital? Un
velorio, un sepelio llaman más la atención y congregan más personas que una
fiesta. ¿Acaso la destrucción forma parte de nuestra naturaleza? Es cierto que
la capacidad de razonamiento nos permite tomar decisiones, y al hacerlo podemos
equivocarnos y destruirnos o destruir al otro, pero este no es el caso. Estamos
hablando de intencionalidad. Para Chiappo, la Comedia de Dante es un espejo
ante el cual, los seres humanos podemos vernos tal y como somos: “unos animales nobles en riesgo de
envilecernos”. Somos individuos que pudiendo acceder al paraíso, escogemos
en muchas ocasiones el infierno. Sucede que el infierno es más interesante,
opinarán algunos.
La Divina comedia comienza presentando al poeta Dante convertido en un
personaje, perdido en una selva, alegoría del pecado. Él inicia un trayecto
compuesto por tres instancias básicas: el Infierno, el Purgatorio, el Cielo.
Cada una de ellas se divide a la vez, en distintos ambientes: círculos,
cornisas, cielos.
En el portal del infierno se
encuentra un mensaje que resume su fuerza en la última idea: Oh vosotros, los que entráis, abandonad toda
esperanza. Anuncia nihilista, sin duda. De allí en adelante, el camino por
el infierno está compuesto por nueve círculos.
Para acceder al Purgatorio se debe
recorrer una instancia llamada Antepurgatorio, compuesta por cornisas y valles.
El camino que se recorre en el Purgatorio consta de siete cornisas donde se
pugnan penas como la soberbia, la envidia, la ira, la pereza, la avaricia, la
gula, la lujuria. Finalmente, se accede al Paraíso terrenal, previo al cielo.
El Cielo está compuesto por nueve
instancias llamadas cielos y el Empíreo, donde se encuentra la Rosa Cándida,
sitio de los bienaventurados, los ángeles, la Virgen y Dios.
Como personaje principal, Dante que,
a pesar de estar vivo y ser consciente de ello, transita los diferentes
recintos de los muertos. Dante inicia su viaje al encontrarse perdido en el
medio del camino de la vida. Esta confusión simbolizada además por el acoso de
tres fieras (lujuria, soberbia y avaricia), lo arrojan al portal del infierno
donde inicia su recorrido acompañado por Virgilio (símbolo de la razón y
sabiduría) y, a partir del cielo, acompañado por Beatriz (símbolo de la fe). La
impresión de lo observado y de las sensaciones experimentadas en este viaje por
el personaje, son relatados de modo directo o a través, de diálogos. La obra
nos muestra vivencias humanas como la confusión, temores, admiración, sorpresa,
fastidios, tranquilidad entre otras. Recordemos: cada uno escribe desde sus
contenidos, y elige sus preferencias desde los mismos.
A partir de su lectura, Chiappo nos
ofrece un análisis acerca del proceso dinámico de la vida humana, cuyo fin es
la liberación, pero desde su contraparte: la infiernización de la vida.
Describe el infierno de Dante como un estado de incesante cautiverio de la
conciencia, que a medida que se baja de círculo en círculo, se hace cada vez
más constrictivo hasta la inmovilidad congelada de los traidores atrapados:
Judas, Bruto y Casio, en las mandíbulas del propio Lucifer, el cual aparece con
tres rostros a las tres razas conocidas en aquella época. La infiernización es la
deshumanización del hombre, la cual se caracteriza por los siguientes rasgos:
cerrazón, enclavación, programación, desamor e insignificancia. Dentro de este
panorama variado de cada círculo, Chiappo nos explica que los individuos han
quedado fijados psíquicamente y capturados en una misma situación: el martirio.
Al perder su libertad, desaparece todo proyecto de vida.
Algunos Dantólogos señalan un
aparente error de Dante, con el traidor Casio, referido a su contextura física
que no corresponde a la realidad. Chiappo le dedica parte de un capítulo de su
obra a este tema. A mi criterio el tema de Casio no representa un problema y
mucho menos un error, debido a que La comedia es una obra de ficción, y la
literatura define a la ficción como una fantasía que ofrece la opinión del
autor. Según este criterio todo escritor tiene absoluta licencia para colocar
en sus textos lo que desee. Solo debe tratar de ser verosímil.
Si en el infierno encontramos la
deshumanización del hombre, es en el purgatorio y en el paraíso donde surgen
las metáforas de la vida humana en crecimiento. Según Chiappo, el sufrimiento
debe ser integrado a la plenitud como una forma más completa y profunda de
entender al hombre y la sociedad desde el estudio de La comedia.