viernes, 22 de febrero de 2019

¿TODAVÍA EXISTE LA AMISTAD?



La semana pasada se celebró el Día de la amistad; y el comercio, las redes sociales, las calles se vieron invadidas de coloridos mensajes, globos en forma de corazón y osos de peluche gigantes desfilaron por la ciudad, y no pude evitar sentir como el amor y la amistad quedaban reducidas a mercancías, a productos. En una sociedad enajenada como la nuestra, donde se tiende a vivir hacia lo externo, hacia el qué dirán, y a la vez, hacia el individualismo, ¿es posible que todavía exista la amistad? Lo dudo. En todo caso, la amistad será cuestión de excepciones. 

            En la dinámica del ciclo de vida, es natural encontrar y perder amigos. Por ejemplo, durante la niñez, una simple mudanza nos aleja de ellos. A partir de la adolescencia, la pérdida de las amistades cambia, se suman otros factores como la desilusión, las traiciones, que solo nos permiten descubrir algo terrible, sobre todo la primera vez que sucede, el hecho de que muchas personas que suponemos amigas, en realidad no lo son. Con el tiempo, lo aceptamos y comprendemos que la mayoría de personas aparecen y desaparecen de nuestras vidas, y que solo unas pocas, contadas con los dedos de la mano, permanecen a nuestro lado. Recuerdo que cuando inicié mi vida laboral, estaba convencido de que tenía muchos amigos de mi misma profesión, ahora en cambio, estoy seguro que no es así. Lo que sí resulta curioso, es que los escasos amigos de la infancia y la vida escolar, permanecen y ni siquiera necesitamos vernos de modo continuo, porque en la amistad no existe el factor temporal. Nos vemos una o dos veces al año, y es suficiente.


        Entre los colegas existen casos excepcionales de verdadera amistad, donde elementos como: el beneficio mutuo, la generosidad, la cotidianidad, la elección y la afectividad están presentes, pero cada vez, son más escasos. A pesar de ello, lo hermoso, es el descubrimiento de nuevas personas, en mi caso particular, los amantes de la literatura, porque nosotros también aparecemos y desaparecemos en la vida de alguien. Nuestra propia existencia se convierte en una paradoja, entreverados en medio de las personas, surge la amistad aunque cada vez menos, y me fascina el origen de la misma que plantea Aristóteles, y que quizá signifique la razón de tal disminución: la amistad proviene del afecto que el ser humano se tiene a sí mismo. Cuánta razón tiene.