domingo, 27 de diciembre de 2015

AÑORANZA


Extraño los pollitos que cuidaba mi abuela. Extraño escucharla cantar. Extraño viajar a Otuzco, su tierra natal con ella. Extraño a mis padres de la infancia. Crecí y como es natural, ellos desaparecieron a pesar de tenerlos cerca. Extraño correr por el parque. Extraño subir a los juegos mecánicos con mi  madre. Extraño ver a Ultrasiete derrotando a los monstros que invadían La tierra, a Marco buscando a su mamá, a Meteoro ganando carreras, al Correcaminos huyendo de las ingeniosas trampas del coyote. Extraño reírme como un niño. Extraño canjear muñecos de Los Picapiedra en las lavanderías American Dry Cleaner. Extraño el chocolate Superleche. Extraño mi infancia.

No extraño mi colegio.

Extraño jugar fútbol toda la tarde con mis amigos en la calzada. Ser arquero porque era el único puesto para el que servía. Extraño jugar canicas, trompo y chapita. Extraño ensuciarme la ropa y llegar todo sudado a mi casa. Extraño faltar al colegio y después tener que ponerme al día con las tareas. Extraño cuando mi tío me llevaba al cine a ver películas de ciencia ficción y de súper héroes, y también extraño mirar las fotografías de los estrenos en los murales de las paredes. Extraño pasear con mi madre por las tiendas Scala, Monterrey y Tía. Extraño coleccionar e intercambiar figuritas de los álbumes de Navarrete. Extraño mis clases de natación aunque al inicio las detestaba. Extraño ver a Perú en el Mundial de España 82. Extraño a la mascota Naranjito. No importa que Polonia nos goleara por 5 a 1. Extraño mi niñez.


No extraño la escases de los ochenta.

Extraño las gaseosas Piña Canada Dry y Teem para la peor sed. Extraño la saga original de Star Wars, aunque la pueda ver repetida mil veces. Extraño jugar ajedrez, no importa si perdía el ascenso de categoría por medio punto. Igual extraño la tensión de estar sentado frente al tablero. Extraño las tribunas colmadas del hipódromo para ver a Misilero y a El Duce. Extraño a Lutz ganando el Gran Premio Latinoamericano. Extraño correr maratón. Extraño saltar en las tribunas del estadio. Extraño grabar música en casete. Extraño cuando existía la amistad. Extraño Trujillo adonde prometo retornar. Extraño mi adolescencia.

No extraño el terrorismo.

Extraño mis años universitarios y todo el tiempo libre que tenía. Extraño a las chicas que me dijeron que no, también a las que me dijeron que sí. Extraño a mis amores imposibles, también a mis amores posibles. Extraño a mi tía Julia que siempre creía en mí. Extraño ir al gimnasio. Extraño el concierto de Indochina en el Amauta. Extraño la voz de Freddy Mercury. Extraño la salsa de Rubén Blades y de Héctor Lavoe. Extraño la emoción de mi primer viaje en avión. Extraño los combates de Hagler y Duran. Extraño las carreras de Sena y Schumacher. Extraño leer en los buses, acabar novelas de 500 páginas y de inmediato comenzar una nueva. Extraño a Michilin, un gato parecido al de “Cementerio de animales” de King. Motta, una perrita chusca juguetona. Oso, un pastor alemán que mis padres regalaron porque no querían la casa convertida en un albergue de animales; y a Kitty, una pekinesa traviesa de color caramelo, todas las mascotas que me acompañaron hasta este momento. Cuanto las extraño. Quizá demasiado. Extraño a mis amigos. Extraño cuando reíamos juntos. Incluso a veces, me extraño a mí mismo. Extraño mi juventud.


No extraño mi vida adulta. La estoy viviendo.

domingo, 29 de noviembre de 2015

PRESENTACIÓN DEL LIBRO: “HASTA SIEMPRE, YODA” DE FERNANDO ESPÍRITU


“Hasta siempre, Yoda”, es el nuevo libro de cuentos del psicólogo y escritor Fernando Espíritu, editado por Intermezzotropical. La presentación tendrá lugar en la Feria del libro Ricardo Palma, en la sala Antonio Cisneros, el viernes 04 de diciembre a las 5:00pm. Presentan la directora de cine y narradora Rossana Díaz Costa, el narrador Roberto Reyes, y modera Victoria Guerrero Peirano, editora de Intermezzotropical.
Sobre el libro de Fernando Espíritu, Rossana Díaz Costa escribe: “Como una inusitada lluvia, que arrasa con sus personajes casi a modo de purificación, los cuentos de Fernando Espíritu nos trasladan a una lima sumida en el caos, gobiernos en crisis y la dictadura fujimorista de los años noventa”.
Fernando Espíritu ha publicado los libros de cuentos: Te queda un poco de café (2011), Qué saben los ajedrecistas de mujeres (2004) y Río salvaje (2002). En el campo de la psicología, ha publicado La pareja en blanco y negro. Amor y conflicto (2013), Psicología y literatura (2009) y La pareja entre el amor y el dolor (2007). Este último, en coautoría con Marivel Aguirre.

Se agradece su participación.

sábado, 21 de noviembre de 2015

AZAR O INCONSCIENTE EN “UN GOLPE DE DADOS”


¿Acaso todos vivimos tragedias griegas como pensaba Freud? ¿Determinismo puro o azar? Es el dilema de Nadja, la protagonista de la novela “Un golpe de dados” de Victoria Guerrero. Quizá las circunstancias de décadas terribles experimentadas en el Perú entre los 80 y 90 han decidido nuestra individualidad. Una individualidad de secretos y añoranzas que colinda con la melancolía. La novela plantea un viaje hacia el interior de uno mismo. Un interior, donde prima el conflicto latente: “Las palabras se convierten en una enfermedad cuando las mantienes dentro de ti”. Y las palabras existen para salir a la luz. ¿Qué otro sentido tendrían? Para Lacan, lo inconsciente está lleno de palabras, pero una palabra destinada a permanecer oculta, carece de trascendencia si no se expresa. Claro que también puede convertirse en acto, en pauta o en síntoma. En el caso de la literatura, este acto se llama escribir,  y cuando uno lee “Un golpe de dados”, tiene la sensación de encontrarse con palabras plagadas de emociones y sentimientos, en la mayoría de los casos encontrados y dialécticos, añoranzas por días felices, matizados con una dosis de melancolía. Sucede que la novela, grafica de modo nítido el psiquismo humano, sin esconder nada, ni pretende brindar la absurda ilusión de muchas personas, por alcanzar aquel estado de nirvana imposible de lograr en una sociedad como la nuestra.

         
      La novela parece rechazar lo normal, lo convencional, y se inclina por lo tanático, ya que la palabra muerte surge en reiteradas ocasiones. Sin embargo, su fin no parece ser el tánatos, sino que enfoca la sinceridad como una necesidad y es presentada como protesta en una sociedad donde todo el mundo prefiere el silencio. “Un golpe de dados” revela el psiquismo tal y como es, alejado del determinismo, sin adornos, ni exageraciones, nos ofrece momentos felices e instantes de pérdidas: “H…desapareció un día de octubre”. Son episodios que se asumen como una culminación de etapas, una vez, elaborada la culpa. La protagonista Nadja padece, así lo demuestran las secciones de Azar y de Comando Plath donde destaca la emoción y la lírica del texto.


Por último, considero que existe un personaje encargado de hacer entender al lector que la tristeza no es suficiente: el Pollo. Personaje que cumple la función de arquetipo, imagen inconsciente presente en todo ser humano, y que nos permite continuar adelante, aceptar la diferencias y luchar por aquello que creemos, porque llega un momento en la vida donde es necesario lanzar los dados. Felicitaciones a Victoria Guerrero por escribir una novela, que nos recuerda cómo es la vida y cómo somos nosotros.

sábado, 14 de noviembre de 2015

LA VERDADERA TRAGEDIA


Es lamentable lo sucedido en Francia. Más de cien muertes absurdas porque no existe ninguna razón, ni mucho menos una ideología que sustente la muerte de siquiera un ser humano. Lo sucedido ayer es una muestra del caos total, al cual, la indiferencia del hombre por sus semejantes lo ha llevado. Muertes, destrucción, violencia. Qué más estamos esperando para que exista una reacción. Primero, empezamos a destruir el planeta como si tuviéramos otro a dónde mudarnos cuando La tierra, nuestra hermosa Tierra, quede totalmente depredada. Y ahora, estamos aniquilando de modo salvaje al propio ser humano, a nuestro semejante. Tales sucesos dejan familias rotas, sociedades enfermas, disfuncionales. Y lo peor, es la apatía de los semejantes. Claro, al siguiente día una gran mayoría opta por la huachafería de colocar los colores de la bandera francesa en sus fotos de facebook. Otros proponen orar por las víctimas y los familiares, como si ello, les devolviera la vida o paliara su dolor. Es como pretender que la fantasía se imponga sobre la realidad. Es negar la realidad  y solo es una muestra más del mundo absurdo en el cual vivimos, y no me importa parecer alguien que va contra la corriente. No, solo estoy escribiendo desde la ira, desde la vergüenza, desde el desconcierto, que con seguridad, muchos argumentaran, no son buenos consejeros.

Pero sucede que no entiendo porque el dolor de los demás no motiva reacciones. No es suficiente sentirse conmovido. No, de ninguna manera, lamentarse no basta. Las acciones se imponen. Como sostenía Sontag, notable ensayista americana, la indiferencia se ha apoderado del ser humano. De lo contrario cómo entender lo sucedido en Francia.


Y ¿solo en Francia? ¿Y qué pasó con los jóvenes decapitados en México? ¿Con los palestinos y sirios que mueren todos los días? Pero ni siquiera hay necesidad de dirigir nuestra mirada tan lejos. ¿Qué sucede con nuestros compatriotas víctimas de los rezagos de Sendero, o con aquellos niños que todos los años mueren por culpa del frío en los Andes? Nadie dice nada. Es como si no existieran. ¿Acaso esperamos que un gobierno corrupto, que de manera desesperada intenta esconder sus fechorías, se dirija hacia los niños y los rescate? Eso no va a suceder. Es imperativo comenzar por nuestro semejante, ayudarlo de acuerdo a nuestras posibilidades, y cuando ellas se agotan, hacer un esfuerzo adicional. De lo contrario, esta sociedad dejará de llamarse como tal. Esa es la verdadera tragedia.

domingo, 18 de octubre de 2015

KUNDERA Y LA REPÚBLICA CHECA


En la década del 50, la República Checa, todavía mantenía el nombre de Checoslovaquia, así como la influencia de la ideología socialista soviética que se mantuvo durante varios  décadas más. Influencia plasmada en el control de las instituciones, y por consiguiente, también sobre el arte. Recién en 1963, este país europeo inicia sus pasos hacia la libertad política. Los escritores confinados al silencio durante años, ven la oportunidad de expresar sus ideas, y traspasan la barrera de oriente y su obra comienza a ser reconocida lejos de las barreras impuestas por la censura socialista.

            En este contexto, destaca la notable figura de Milan Kundera al desenmascarar la realidad abusiva del stalinismo con la novela “La broma”, publicada en 1967, donde narra la historia de Ludvick, un estudiante universitario, que envía a una compañera de clase una tarjeta donde se burla del optimismo ideológico de la época, y sufre las consecuencias grotescas de ello. De este modo, eligiendo una situación en apariencia trivial, Kundera brinda al mundo lo absurdo de una sociedad regida por ideologías autoritarias que no permiten discusión alguna.


            Al año siguiente, en 1968, los rusos invaden Praga, y muchos autores son sometidos a la censura. Esto obliga a Kundera a emigrar a París, ciudad donde escribirá sus mejores obras, implementando un estilo particular combinando la ficción con el ensayo filosófico. En París, escribirá quizá su mejor novela: “La insoportable levedad del ser”, una historia de amor que inicia a modo de texto filosófico, para luego trasladar al lector a un mundo de celos, traiciones y muerte, capaces de conmover hasta la personalidad más rígida. La obra nos revela las fragilidades de las personas que parecen destinadas al sufrimiento, pero a diferencia de la tragedia griega, es un destino buscado por las propias parejas. Toda una paradoja. Un destino que lleva a una dramática reflexión: la levedad de la propia existencia.

sábado, 12 de septiembre de 2015

DESDE LA VENTANA


Al mirar por la ventana de la sala veo un auto estacionarse frente a la casa. Al fondo se distingue la Plaza Manco Cápac. En la calle mi padre está terminando de cerrar el auto. Es un Dodge negro, aunque no estoy seguro de la marca, tampoco del color. Después otra vez el paisaje, la Plaza Manco Cápac rodeada de casas y avenidas. Este es el único recuerdo que conservo de mi abuela paterna. Un recuerdo difuso que cada día se diluye más. Tenía tres años cuando ella murió, y por alguna razón, estoy convencido de que es ella, quien me tiene arrullado en sus brazos diciendo: “Mira, ya llegó tu papá”. Ni siquiera recuerdo su rostro. Apenas una sombra y su amor. Porque siento su amor mientras me acerca a la ventana. Siento el perfil de ambos muy cerca del vidrio. Es lo único que me queda de ella. Se llamaba Antonia. No alcancé a conocerla lo suficiente y casi nunca evoco la escena. Extraño, porque mi actividad preferida con mi hijo, es cargarlo y llevarlo a echar una mirada por la ventana. Me conmueve su alegría cuando descubre a las palomas en el jardín al interior de la casa o cuando ve pasar a los autos por la calle. Se agita, grita y sonríe. Entonces comprendo el amor que sentía mi abuela. Mi padre dice que tenía el cabello muy negro con trenzas. No lo recuerdo y me doy cuenta de que no necesito hacerlo. Lo estoy viviendo. Hay algo de ella que me impulsa a decirle “upa” a mi hijo, y llevarlo hasta la ventana. También podría darle vueltas o cualquier otra cosa, pero no, antes que nada nos dirigimos hacia una de las ventanas de la casa y nos reímos juntos hasta dejar empañado el vidrio. Ya no está la Plaza Manco Cápac al frente. Tuve unas cuantas mudanzas en mi vida. Como todas, esta parece ser la definitiva. Mi hijo todavía no ha vivido alguna. Tiene el cabello castaño y ya aprendió a decir “baja”, y sé que pronto, no dejará que lo cargue. Así, quedará marcado el final de una etapa.
      Al mirar por la ventana del estudio vemos el auto estacionado en el garaje. “Auto”, dice JF, mi hijo. “Sí, papito, el auto”, le digo. Es un auto gris. Sí, mamita Antonia, es gris, estoy seguro.

sábado, 8 de agosto de 2015

TRICICLO

 FERNANDO ESPÍRITU

Un plato de puré en la mesa
Spiderman en la televisión
Y animalitos de plástico
A veces el amor es tan sencillo
Olvidar el abandono en tus brazos
Edén por la tarde
Paseos en triciclo
Uno de color anaranjado
¿Recuerdas?
Dime que sí, por favor
Apenas distingo la empañada pantalla
Quizá los animalitos de plástico
Mudos como mi tristeza
Por fin se animen a hablar
Y griten tu ausencia
Dime, por favor
Hablo al oído que no perdiste
Tenías cuarenta y yo era un no nacido
Penaste y regresaste
Para tus hijos, pero sobre todo para mí
Un mediocre poeta
De pupilas empañadas
Y temblorosa mano
Quisiera volver a montar el triciclo anaranjado
Solo para que me persigas
Solo para huir y que me encuentres
Girando alrededor del mundo
Girando alrededor del parque
Dime por favor, que quizá te encuentre
¿Recordarás?
Mi nombre y el de tus hijos
Tu amor huye de mí como tu memoria
Me siento como un animalito de plástico
                                                                     Muuudo
Montado sobre el triciclo anaranjado
Extrañando tu amor
Sin nadie que me persiga
Inútil, sin saber qué hacer.
Sin saber cómo diablos continuar este poema
Dime que algún día lo leerás
Barbarita
Con tu cabello siempre negro
Un plato de puré sobre la mesa
Un triciclo anaranjado girando alrededor nuestro
Girando

Girando.

lunes, 6 de julio de 2015

R2-D2 Y LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA

En la mayoría de los períodos de nuestras vidas existen tiranías. Algunas benévolas, otras verdaderamente abusivas. La primera es la familia. Cuando somos niños estamos a merced de nuestros padres. Ellos deciden a qué hora debemos comer y qué comer, cuando ir a dormir así no tengamos sueño, cuál es la diferencia entre lo bueno y lo malo, incluso cuanto tiempo jugar. Y es natural, un niño pequeño tiene que aprender casi todo para vivir en sociedad. Es decir tiene que ser educado. Lo mismo sucede cuando se inicia la etapa escolar. En este momento, la labor educativa pasa a ser compartida con los maestros. Y hay varios tipos de maestros: los que saben enseñar y los que no, los tiranos y los empáticos. Durante todo este proceso, el ser humano pierde gran parte de su espontaneidad, es decir, se adapta a la sociedad. En estas condiciones, acceden a la vida universitaria, con una mayor capacidad de decisión y respuesta ante ciertas actitudes de algunos docentes, pero todavía carentes de un poder simétrico, no solo debido a la organización institucional imperante, sino que además, les falta conocimiento y sobre todo experiencia. No estoy afirmando que la relación docente alumno deba ser simétrica. No, de ninguna manera, pero lo que sí debemos preguntarnos es ¿qué enseñar?, ¿cómo enseñar?, y ¿para qué enseñar? Cuando estudiaba psicología a inicios de la década de los noventa, recuerdo a un profesor lanzando por la ventana del aula el trabajo de un grupo de compañeros porque estaba mal elaborado. Y la mayoría de mis compañeros, lo considerábamos uno de los mejores docentes de la Facultad. Clases con abundante contenido informativo y además, amenas, mientras que la mayoría de los otros docentes manejaban el tema, pero era tan aburridos, que poco faltaba para llevar nuestra almohadilla y echarnos a dormir.



   Cuando en 1996, ya casi veinte años, recibí la propuesta de enseñar en la universidad donde me formé como profesional. Prometí no convertirme en un tirano, aunque reconozco, que en ocasiones es necesario poner orden, sobre todo en las nuevas generaciones, pero además, incorporé una idea adicional. Con el transcurrir del tiempo, percibí que los contenidos no representan el principal problema, sino que este radica en las dos interrogantes siguientes: ¿cómo y para qué? Entonces decidí enseñar cómo me hubiera gustado que me enseñen, y tratando de identificar las diferencias individuales, porque es conocido que no todos aprendemos de igual manera. Dominar contenidos, ser ameno y manejar el uso del poder. Por supuesto, que es más fácil plantearlo que lograrlo, representa todo un proceso plagado de altibajos.

   A lo largo, de estos casi veinte años de docencia, he recibido múltiples satisfacciones, desde invitaciones como ponente a eventos organizados por los alumnos, ofrecer clases magistrales a promociones, hasta obsequios más personales como botellas de vino, colonias y lapiceros, que son los reconocimientos que realmente importan, al menos para mí, aquellos brindados por los alumnos. Sin embargo, el otro día tuve la fortuna de vivir una experiencia conmovedora, recibí un R2- D2, para quienes lo desconocen, es el famoso robot en forma de cilindro de la saga de Star War. Fue un obsequio que realmente me sorprendió por su calidad vincular. La gentileza la tuvieron mis alumnos del curso de psicopatología del V ciclo de la Universidad Nacional Federico Villarreal. Sucede que soy coleccionista de la famosa saga de Lucas, y ellos lo habían averiguado. Confieso que me emocionó, lo sentí desde la entraña, y quienes me conocen, saben que no es sencillo lograrlo. De inmediato, lo subí al muro del Facebook, no por vanidad, sino por gratitud. Esta experiencia me hace comprender, que quizá estoy encontrando las respuestas a las dos interrogantes antes planteadas. Gracias, chicos. Fueron muy amables.

jueves, 2 de julio de 2015

SENSACIÓN AMBIVALENTE EN EL POEMA EL VAMPIRO


EL VAMPIRO

Tú que, como una cuchillada,
El corazón me atravesaste;
Y que a un rebaño de demonios
Quisieras, loca, semejante,

Y de mi espíritu humillado
Haces tu lecho y madriguera
-infame a quien estoy unido
Como el forzado a la cadena

Como a su juego el jugador,
Como el borracho a su botella,
Como el gusano a la carroña,
¡Maldita tú, maldita seas!

Pedí al puñal, para qué rápido,
Me diera, al fin, mi libertad,
Y quise, en pérfido veneno
Tanta bajeza terminar

Pero el puñal y la ponzoña
Así los dos me han respondido:
“De esta maldita esclavitud
Nunca has de verte redimido

¡Imbécil! –de esa servidumbre
Si te pudieran dejar limpio,
Tú, con tus besos, revivieras
Ese cadáver de vampiro”


               ¿Quién no se ha mostrado ambivalente en algún momento de su vida? Sucede que la vida está plagada de ambivalencias. El vampiro de Charles Baudelaire, es una muestra de ello. El poema aparece en el libro Las flores del mal. Es el número 31, y desde el título quedamos atrapados entre la vida y la muerte. Un vampiro es un muerto que todavía existe. Esta aparente contradicción, es decir, la ambivalencia, para Freud (1923) es inherente al ser humano. En su libro “Más allá del principio del placer” plantea la teoría del eros y tánatos, donde el elemento dinámico de las pulsiones de vida y de muerte desempeña un papel primordial en la vida de las personas. Desde los primeros versos queda plasmada la ambivalencia.

               “Tú que, como una cuchillada,
               El corazón me atravesaste;”
              
               Aquí, Baudelaire parece dirigirse hacia alguien, un objeto de amor, y a la vez, puede significar el estado del enamoramiento, por ser imprevisto, incontrolable, pero percibido de un modo negativo porque implica una herida, obvia la alegría y elige la angustia, los demonios. En cambio, la idea de dirigirse al objeto amado se sustenta en el último verso de la primera estrofa con la palabra “semejante”. Otro que es ajeno y capaz de desestabilizar el psiquismo y apoderarse del yo que ha perdido toda su voluntad.

               “Y de mi espíritu humillado”

               Este verso no solo representa la simbiosis del yo fusionado en el otro, sino la resistencia a tal situación, o al menos, el intento. Un intento fallido en los versos que siguen en el poema. El poeta se siente unido “Como el forzado a la cadena”. Lo que sorprende es el dolor que plasma y asocia a la pasión. Desde esta perspectiva pasión es sufrimiento. Es evidente la desilusión amorosa que lo consume como el vampiro a sus víctimas, y al mismo tiempo, la imposibilidad de liberarse de ella. Enamorarse para el poeta es permanecer entre la vida y la muerte.



        “Como a su juego el jugador
         Como el borracho a su botella”

               En estos versos se añade un carácter adictivo, una escisión entre el aspecto racional y el instintivo. Es como ser consciente de algo y no poder controlarlo. Deseo y rechazo unidos, es la ambivalencia pura.

               Si bien el otro, está representado por el vampiro, la pasión convertida en dolor es propia, es percibida como servidumbre, “De esta maldita esclavitud”, quizá por esta razón, Baudelaire establece una equivalencia entre el enamoramiento y lo mundano.

               “Tanta bajeza terminar”

               Sucede que el enamoramiento, la pasión, no necesitan del otro. El enamoramiento es individual (Alberoni, 2006). El otro solo representa la excusa que permite aflorar al yo. Por otro lado, el rechazo queda manifestado en el pedido al puñal y la ponzoña, y en este momento, se aprecia un nuevo fracaso, una nueva expresión de la ambivalencia.

               “Tú, con tus besos, revivieras
               Ese cadáver de vampiro”


               Sucede que el puñal y la ponzoña son parte del mismo yo del poeta. Es una lucha consigo mismo. Desde esta perspectiva el vampiro solo es la excusa de la existencia del otro que succiona sus emociones y sentimientos, y que a la vez, proporciona placer, pero el conflicto sigue a nivel interno. En otro poema de Las flores del mal, Baudelaire escribe “Yo soy la herida y el cuchillo”. Otra vez, la ambivalencia como constante. La ambivalencia propia de la vida.

domingo, 31 de mayo de 2015

RAMÓN LEON: UN EJEMPLO PARA LA PSICOLOGÍA


Conocí al Dr. Ramón León a inicios del año 2000. De inmediato, quedé gratamente impactado no solo por su conocimiento y su experiencia, sino además, por su amabilidad y cordialidad, cualidades cada vez menos cultivadas en este mundo moderno. Recuerdo que ante mi pedido, aceptó de inmediato escribir el prólogo de mi segundo libro titulado Qué saben los ajedrecistas de mujeres, incluso se encargó de organizar la presentación en la Universidad Ricardo Palma, con la cual, no tenía, ni tengo ningún vínculo y que brindó todas las facilidades. Quedé inmensamente agradecido. Su respaldo fue un valioso aliciente para continuar publicado en un país tan reacio a la cultura como el nuestro, donde en la mayoría de los casos, los autores de diversas disciplinas, y sobre todo aquellos dedicados al arte se ven obligados a luchar contra la falta de apoyo y la indiferencia del entorno. En mi caso, no desistí. Tenía a quién imitar. Años más tarde, en el 2012, Ramón León fue uno los presentadores de mi libro Te queda un poco de café. Durante la ceremonia, sus palabras volvieron a significar todo un estímulo. “A continuar escribiendo”. Claro que sí. Es una promesa.

Ramón León es psicólogo de profesión y Doctor en Philosophiae por la Julius – Maximilian – Universität de Würzburg, Alemania. Además, es docente en la Universidad Ricardo Palma y en la Universidad Federico Villarreal, lugar donde lo conocí, y es uno de los colegas más fecundos en su producción investigativa, entre sus obras destacan: Contribuciones a la historia de la psicología en el Perú (1993), El país de los extraños (1998), La envidia: un estudio internacional en Chile, Paraguay y Perú, Modernidad y mentalidad en el Perú de hoy (2005), Cinco ensayos acerca de Vigotsky (2005), Perú, Chile y la guerra del Pacífico: ¿qué piensan, qué creen, qué sienten los universitarios de ambos países? (2006), España y el Perú: ¿cómo valoramos los peruanos la herencia colonial? (2008), La escena primaria en el Perú (2010), solo por citar algunas de ellas. No conozco a nadie tan productivo del gremio psicológico, y a la vez, tan amable como el Dr. León. Muchos otros colegas han publicado innumerables artículos en revistas de prestigio, es indudable, pero un libro pertenece a una categoría mayor, y el Dr. León nos deleita con su pluma aproximadamente cada dos años. Por ejemplo, en el libro titulado España y el Perú, nos ofrece una perspectiva del tema de la identidad nacional, relacionado con la valoración de la herencia colonial y la clase social y la autoclasificación racial de los participantes del estudio. Por otro lado, en La escena primaria en el Perú explora acerca de la imagen de cuatro personajes históricos: Atahualpa, Pizarro, Huáscar y Almagro, y su influencia positiva o negativa en la historia del Perú.



Estudios originales sin duda, que representan no solo un aporte al conocimiento psicológico, sino además, son un ejemplo para las nuevas generaciones de jóvenes psicólogos, así como para los colegas que a pesar de sus años de experiencia no han logrado plasmar su conocimiento en una obra.

Desde este blog, pretendo brindar un reconocimiento al Dr. Ramón León, tanto por su calidad profesional y por su obra, esperando que recupere pronto su salud, estamos seguros que nuevamente saldrán a la luz nuevos estudios del autor.

jueves, 30 de abril de 2015

¿SOY PSICÓLOGO?


Los tiempos han cambiado. Es vidente. No significaba lo mismo decidir estudiar psicología a finales de la década de los ochenta, que en la actualidad. La diferencia resulta casi abismal. Los prejuicios en contra de los psicólogos eran más intensos en aquellos años, y las oportunidades laborales representaban casi una utopía. Un segundo escollo para muchos jóvenes eran los propios padres. Recuerdo que una amiga, cuando anunció a sus familiares, que postularía a psicología, le respondieron: “¿Y de qué vas a vivir?” Ante tal argumento, ella terminó eligiendo el periodismo. Felizmente, en mi caso no sucedió lo mismo. Mis padres apoyaron mi decisión, o por lo menos, se mostraron neutros. Yo tenía otra pasión: la literatura y ellos, la conocían. Ignoro cuál hubiera sido su reacción, si les anunciaba mi postulación a la Facultad de letras, quizá por eso, cuando mencioné psicología, no se les derrumbó el mundo encima.

            Parece mentira cuántos años han transcurrido desde aquel lejano 1988 cuando en medio de la crisis económica, donde cada peruano cargaba en el bolsillo innumerables billetes de intis sin ningún valor, postulé a una universidad particular, dato que muy pocos conocen, e ingresé a la carrera de psicología a los 16 años. Un año después estaba decepcionado. No de la psicología, sino de aquella universidad, así que decidí trasladarme. De esta forma, me convertí en villarrealino. Sí, la Universidad Nacional Federico Villarreal es mi Alma Mater. Universidad por la tengo sentimientos encontrados. Lo confieso. Amor y odio. Así es mi relación con ella. La quiero cuando percibo el entusiasmo de las nuevas generaciones de alumnos, y la odio…en fin, este artículo aparecerá en un blog público, así  que no interesa porque la odio a veces. Solo a veces.

            Le debo mucho a la psicología, pero debo hacer una segunda confesión. Le fui infiel porque continué cultivando mi pasión por la literatura, Saramago, Kundera, Carver, son capaces de conmoverme hasta la lágrima. Incluso estudio Literatura como segunda profesión. Así es mi infidelidad o quizá debería decir mi escisión. Es cierto que la psicología y la literatura van de la mano, una desde la ciencia y la otra desde el arte, pero entonces ¿soy un psicólogo o un escritor? Por supuesto que soy un psicólogo, un psicoterapeuta de pareja, y a la vez, estoy convencido de que uno mismo no puede atribuirse el título de escritor, eso lo deciden los lectores. En cambio, si puedo afirmar que soy un psicólogo, disfruto de la interacción con mis alumnos y mis pacientes, y sentir que uno es capaz de dejar una huella, un beneficio aunque sea muy pequeño en ellos, me llena de orgullo.

miércoles, 18 de marzo de 2015

TELEFUNKEN


De niño le tenía miedo al Hombre Araña, también a Sombrita y a Fantasmagórico. Debo haber tenido unos seis años. Quizá menos. Recuerdo que me negaba de modo tajante, cuando mi abuela al descubrirme escondido detrás de la puerta pretendía apagar la televisión. Era un televisor antiquísimo de cuatro patas con imagen en blanco y negro de marca Telefunken. Muy antiguo. ¿Cuánto tiempo ha pasado? Me da vértigo de solo pensarlo. Aquella marca, ya ni siquiera existe. Cada mañana, mi abuela encendía el televisor, sintonizaba dibujos animados y me dejaba sentado en el sillón mientras se dirigía a la cocina. A los pocos minutos, ya estaba escondido detrás de la puerta. “Pero si no estás viendo”. Ella tenía razón. Apenas sacaba la cabeza y aquel monstruo de 24 pulgadas, un televisor enorme, inmenso para la época me devolvía una escena espeluznante: la penumbra del bosque donde se internaba Sombrita, el joven héroe. Al instante comenzaba a temblar y volvía a esconderme.


¿Cuánto tiempo ha transcurrido? ¿Quién recuerda en la actualidad a Sombrita o a Fantasmagórico? Casi nadie. Mi hijo ve The Backyardigans y Pocoyó. Cómo han cambiado los tiempos. Mi abuela todavía vive. Tiene 96 años, camina apoyada en un andador, casi no puede pronunciar palabra y es incapaz de reconocer a algún miembro de la familia. Confunde a todos. Sus hijos, es decir, mi madre y mis tíos, son para ella sus hermanos, primos o amigos. Yo, ni siquiera sé a quién represento. Siempre soy alguien diferente. Sin embargo, la primera vez que llevamos a mi hijo a conocerla, sucedió algo inesperado. Mi abuela no me reconoció pero pronunció, después de mucho tiempo, una frase con toda claridad apenas vio a su bisnieto: “Un bebito, tapa su cabeza”, dijo sonriendo y la emoción fue inmensa. Es mi abuelita Bárbara, mi mamita Bárbara, como prefería que la llamaran. Ahora, José, mi hijo tiene dos años, y cada vez que vamos de visita, se acerca a verla. Ella no puede hablar, se limita a sonreír y José juega alrededor. Cada vez que observo la escena, me reconforta pensar que en algún lugar de su memoria, todavía recuerda cuando encendía aquel enorme televisor Telefunken para que su único nieto se escondiera detrás de la puerta hasta la hora del almuerzo. Me agrada pensar que su amor sigue intacto, que no se perdió al dañarse su memoria. Me consuela pensar que mi mamita Bárbara todavía está ahí.

sábado, 14 de febrero de 2015

¿POR QUÉ NO CELEBRO SAN VALENTÍN?


La amistad y el amor están perdiendo la batalla con la posmodernidad. Aunque no lo crean es cierto. Y esto, no solo se debe al abuso de la tecnología que ha terminado convertida en una prótesis de nuestro cuerpo, sino a la indiferencia que implica. Todavía tenemos amigos, todavía tenemos experiencias amorosas. Por supuesto que sí. No piensen que este artículo está en contra de ello. No, lo que sostengo es que tanto la amistad como el amor han sido reducidos casi a su mínima expresión. Se han convertido en la piedra en el zapato que estorba el desarrollo personal de muchos. Celebran el día del amor y abandonan, porque no existe otra palabra, a sus hijos con las nanas. Celebran el día de la amistad y traicionan a los amigos por un ascenso laboral, es decir se cambia a un ser humano por dinero. Absorbidos en esta sociedad donde el hombre es lo menos importante, surge la necesidad de que exista un día de la amistad, un paliativo que nos adormece. Lo sorprendente es que la gente se lo crea e incluso lo celebre.

Desde mi perspectiva, el amor y la amistad no se proclaman, se viven como experiencia, se accede a ellos. Por ello, casi hasta la náusea, observo como cada 14 de febrero aumentan los regalos entre las parejas, los restaurantes y cines se abarrotan de tontuelos adormecidos que creen celebrar algo, y no se percatan que esta actitud solo es una forma de lavar sus conciencias. ¿Cómo hoy día celebro el 14 contigo, tengo el derecho de olvidarte el resto del año? Amistad es ética y amor es aceptación. ¿Reconocen las palabras? ÉTICA y ACEPTACIÓN. ¿Acaso alguna persona con un mínimo sentido común puede pensar que se puede celebrar San Valentín en un hotel? Si piensa de este modo es que no sabe nada de amor y de amistad.

Y la ética y la aceptación suceden a través del vínculo. Aquí les propongo una interrogante: ¿Cómo nos afecta el sufrimiento ajeno? Como sostiene la notable ensayista Sontag (2000) nos estamos acostumbrando a la crueldad. Basta ver las imágenes de los noticieros por las mañanas. Pero no nos desviemos del tema. Si como sostengo el amor y la amistad están perdiendo la batalla ¿qué nos queda? El dolor y la esperanza. El dolor por el vínculo traicionado, un dolor que nos defiende de la locura, porque mientras lo experimente tengo la seguridad de que existo. Como señala Nasio el dolor es la prueba (2007) de  una separación irreversible y que nos orienta a reconstruirnos. Solo aceptando el dolor seremos capaces de dejar de lado la frustración, la traición o lo que haya ocasionado la ruptura del vínculo y reconstruirnos. La amistad, el amor y el consecuente dolor ocasional no tienen por qué ser convertidos en un espectáculo. ¿Nos importa el dolor de los demás? Afortunadamente existe el otro componente, la esperanza no como una sensación ilusa, vaga o nebulosa de que algo mejor sucederá. No de ninguna manera, sino como lo entiende Alberoni (2006), la esperanza como una posibilidad sustentada en lo real, la posibilidad de alcanzar algo distinto y mejor. El amor y la amistad no han perdido la guerra, solo han perdido terreno, demasiado tal vez, pero estoy convencido de que todavía está atrincherada en algunas personas que colocan en primer lugar al ser humano y no sus apetitos de poder personales, y no en aquellos que solo te dan un like en el Facebook cuando necesitan algo o en vísperas de elecciones. Ellos no sus amigos.

Siempre estaré a favor del amor y de la amistad, es más escribo sobre ellos, lo que no puedo aceptar es la actitud absurda de fechas como esta. Así, que a pesar de ser amigo de algunos de ustedes, disculpen si no les deseo un feliz día de San Valentín.

viernes, 16 de enero de 2015

BREVE COMENTARIO DE "PIEDRA DE SOL" DE OCTAVIO PAZ


“…no soy
no hay yo
siempre somos nosotros…
muestra tu rostro al fin
para que vea mi cara verdadera
la del otro
mi cara de nosotros…”


            Este fragmento corresponde al poema “Piedra de sol” de Octavio Paz publicado en 1957. Es un extenso poema cuyo tema principal gira alrededor de la fragilidad de los diversos aspectos humanos, el amor y la otredad, ligado a un contexto social. En el fragmento presentado, desde mi perspectiva se presenta el reconocimiento del yo a partir del otro en una experiencia afectiva. Es decir, lo que planteaba el psicoanalista francés Lacan: “yo soy lo que el otro ve”.  Entonces puedo convertirme en objeto de amor o de odio según la mirada del otro que en el inicio de la vida está representado por la madre. Pero existe una condición fundamental para el acceder al otro, la formación de un yo que se reconozca como tal, queda así instaurada la paradoja planteada por el poeta, es decir, para descubrir mi cara verdadera necesito del otro, es como si afirmara que el yo y el otro acceden a la condición del nosotros e incluso somos su resultado, y a la vez, el nosotros no existe sin el yo, aquí la paradoja.