domingo, 31 de mayo de 2020

LA AVIACIÓN DE JF



JF es fanático del filme Cars. Ha visto la película unas 800 veces, y en mi caso unas 600, porque no le gusta ver la televisión solo. En realidad no le gusta hacer nada solo. Así que en cada oportunidad en la cual coge sus autos y pide su video, mi esposa o yo, o ambos teníamos que sentarnos con él y volver a ver el filme. Recuerdo que llegó un momento, donde alcancé a memorizar cada escena. Incluso llegué a ser capaz de recitar los diálogos de los personajes a la perfección y a descubrir los momentos predilectos de mi hijo: los choques de autos, sobre todo cuando salían volando unos encima de otros. Mi hijo no solo estaba aprendiendo sino además, jugaba con los ojos.

¿Cuándo comenzó este cambio en JF? Cuando logró ponerse de pie y dio sus primeros pasos. La capacidad de caminar le brinda a todo niño una nueva visión espacial del mundo, su campo de acción se amplia de modo notable. Antes estaba limitado a la zona donde lo colocábamos, y en cambio, ahora podía dirigirse hacia donde quisiera. A nosotros, nos emocionó verlo caminar, pero a la vez, la angustia nos invadió hasta niveles siderales, porque su deseo de explorar lo llevó por cada rincón de la casa, sin medir el peligro, y cada vez que encontraba algo que lo satisfacía lo convertía en un juego. El juego, la actividad más significativa para todo niño.


Y para jugar, una parte importante son los juguetes. La otra más importante, por supuesto, son los padres con quienes jugar. Lo entendía a la perfección, pero quería que JF tuviera juguetes y poder divertirnos juntos, hasta que un día escuché una entrevista al premio nobel José Saramago, a quién admiro como persona y escritor, decir que los niños en la actualidad casi no tienen la posibilidad de crear porque los padres actuales llenan las habitaciones de los niños de juguetes. En la actualidad, un niño ni siquiera tiene la posibilidad de disfrutar de un juguete, y elegir uno como su preferido, porque de inmediato ya le compraron otro. Y tiene razón, en mi infancia recuerdo haber tenido mi caballito favorito, mi tigre, mi auto amarillo. En cambio, ahora veo a mi hijo pasar de un juguete a otro sin mayor significancia. De inmediato, detuve la mano y reduje la compra de juguetes y recordé cómo se divertía al principio con un perrito con ruedas que para variar decía: “guau”, que le obsequiaron mis padres cuando cumplió su primer año. Lo llevaba por toda la casa. Los juguetes con ruedas y de bloques son los mejores para comenzar.

Una tarde regresó a la casa con un avión de peluche. “Se lo ganó en una fiesta”, dijo mi esposa. Era uno de los protagonistas de una película de Disney. Entonces tuve una recaída. Olvidé las sabias palabras de Saramago y poco a poco compré todos los peluches. Ahora, JF tiene su aviación completa o quizá deba decir: yo tengo mi aviación completa. Solo sé que corremos y reímos haciendo carreras de aviones y luego, otra vez, coge sus autos y pide su video de Cars. Todavía ignoro el resultado de estas acciones, aunque en estos casos, siempre resulta útil recordar que el punto medio aristotélico es imprescindible.