“¡Condenado a
muerte! Hace cinco semanas que vivo con este pensamiento, siempre a solas con
él…”
De
este modo dramático, se inicia “El último día de un condenado”, una novela de
Victor Hugo, publicada en 1829 y poco conocida fuera de los ámbitos literarios.
El autor francés es más asociado a títulos como: “Los miserables” o “Nuestra Señora
de París”. Sin embargo, esta novela corta (unas 150 páginas dependiendo de la
edición) representa una protesta y a la vez, un lamento en contra de la pena de
muerte. Victor Hugo es conocido por su compromiso con las luchas sociales, planteando
reflexiones acerca de la segregación social, la injusticia, la soledad, y
aunque sus ideas, en ocasiones pueden resultar polémicas, su literatura no se
ve desmerecida sino que logra plasmar, a través de héroes de la tragedia a
personajes inolvidables, como el condenado a muerte de esta novela.
En
las páginas de “El último día de un condenado”, encontraremos sensaciones como:
Dejo una madre, una mujer, una hija…tres
viudas por acción de la ley. También, leemos imágenes como: La puerta de la tumba no se abre por dentro.
Herramientas de las cuáles, se vale Victor Hugo para mostrarnos el horror y la
angustia de un hombre que espera su muerte. Es el arte de las palabras convertido
en una lucha social. Nada mejor, que leer a un autor clásico. Sus libros no
solo nos deleitan con el manejo del lenguaje, sino que además, nos transforman,
y eso, es lo más importante.
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