¿Quién
puede dudar que el fútbol goce de mayor fanatismo en nuestro país que las
carreras de caballos? Nadie. Es evidente que cuando la selección peruana juega
un partido crucial en las eliminatorias para un mundial, medio país se
paraliza, mientras que apenas un puñado de amantes de la hípica acude al
Hipódromo de Monterrico, incluso cuando el programa de carreras incluye un
clásico internacional, como el Gran Premio Latinoamericano corrido el año 2014
donde ganó el peruano Lideris, derrotando a dos yeguas, también peruanas:
Shakita y Azarenka, y recién en cuarto lugar, apareció el caballo Hielo de
Uruguay. Los representantes brasileños, argentinos y chilenos llegaron más
atrás. No importa que el fútbol durante las últimas décadas solo nos brinde
derrotas. Es el deporte rey. En cambio, la hípica ni siquiera está reconocida
como deporte, al menos en nuestro país. Lo cual, no solo considero un error,
sino además, una falta de consideración con una actividad que le ha ofrecido tantos
logros al país.
¿Quién no ha escuchado hablar de “Santorín”?
Aunque la mayoría de personas no tenga la menor idea de que carrera ganó, ni
mucho menos el año, ni el nombre del jockey (Arturo Morales), basta mencionar
su nombre para que los apasionados hípicos lo asocien con el nombre de un
caballo que hace muchos años fue el vencedor de un clásico muy importante. En
efecto, “Santorín”, un hijo de Biomydrin y Missing Moon, fue el primer caballo
peruano en ganar el Gran Premio Internacional Carlos Pellegrini en Buenos
Aires, Argentina (el equivalente en el fútbol a ganar la Copa América), y
sucedió la noche de 4 de noviembre de 1973. Y “Santorín” no solo ganó, sino
demolió a sus rivales, ya que el segundo, el argentino Good Bloke llegó a 13
cuerpos de distancia. Toda una hazaña. La frase de Augusto Ferrando: “No te pares negrito”, quedó para la
historia. Faltaban 200
metros y el Biomydrin comenzaba a separarse de sus
oponentes, y Ferrando conocedor del tema y emocionado hasta las lágrimas sabía
que la carrera estaba en el bolsillo. Al respecto, el periodista argentino
Carlos Nalé escribió en el diario El Clarín: “¿Y Santorín? Trece cuerpos delante, ya en Dorrego cuando los otros
llegaban arrastrándose al disco. Un nombre en diminutivo para un potrillo
enorme ¡Santorín!” Todo un reconocimiento a la hípica peruana. En la
actualidad, cuando uno visita el Hipódromo de Monterrico, en una de las
entradas existe un monumento a este maravilloso caballo: “Santorín”. Por mi
parte, no conozco ningún monumento a un futbolista peruano, quizá por
injusticia de las autoridades deportivas o porque todavía no hemos tenido en el fútbol un equivalente a un “Santorín” que destaque sobre el resto por una
diferencia de trece cuerpos. Como diría el poeta Vallejo: No lo sé.
El fútbol genera dinero,así lo quiere la prensa y empresas.Los caballos o hípica creo que no o menos?. El fútbol es popular,la hípica no. el caballo se conecta con su jinete y viceversa ...el futbolista con su ego,dinero y fama. No conozco de hípica ni carreras,solo conozco de caballos cuando observo la relación y la empatía del animal con un niño con discapacidad.El caballo es noble,permisivo. Cuando permite que lo toques,cuando te mira y deja que te montes sobre su lomo,y luego te mueve a su compás...siente tu temor o tu empatía, y la persona siente su rechazo o su afecto....al final ambos tienen gratitud . Perdona la ortografia y los errores, creo que me equivoqué ........
ResponderEliminarSaludos
Susana
Muchas gracias, Susy. Saludos.
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