El Padrino es uno de mis filmes favoritos. El guión
adaptado de la novela de Puzo, una historia que combina la violencia, la
ilusión y el dolor. Por otro lado, la maestría de las actuaciones. Basta citar
a Marlon Brando en el papel principal, además de un reparto de lujo con actores
como James Caan o Al Pacino, el resultado solo podía ser uno. Un filme notable.
Me atrevería a decir que es uno de los pocos casos, donde la película iguala o
incluso supera a la novela. Es curioso que el mismo Coppola rechazara en un
inicio el texto del escritor Puzo, sin imaginar que se convertiría en su mayor
éxito. También Marlon Brando fue resistido por la Paramount para el papel de
Vito Corleone. Al final de las candentes negociaciones, Coppola salió con su
gusto y el célebre y particular actor dio vida al jefe de la mafia.
Y,
¿el amor? ¿Cuál es su rol en la película? En mi opinión, además del tema de la
mafia ligada a la violencia y el dolor correspondiente, el amor juega un papel
fundamental en la obra. Recordemos cómo inicia el filme. La boda fastuosa de
Connie, la engreída hija de los Corleone, con Carlo un joven apuesto bueno para
nada, incapaz de manejar su orgullo herido al no ser tomado en cuenta en los
negocios familiares. Su resentimiento marcado desde el inicio, sellará el
destino de la pareja. Carlo, un esposo frustrado descargará su ira sobre
Connie, quedando instaurada la violencia, hasta el extremo de provocar el
asesinato de Sony, el primogénito de Vito, que en un arrebato de violencia
golpea a Carlo por maltratar a su hermana. Carlo jura venganza y acepta
participar en la planificación de la muerte de su cuñado con una familia rival
de los Corleone.
Durante
la fiesta de celebración de la boda ocurren dos sucesos más. La infidelidad de
Sony hacia su esposa y la llegada de Michael, el hermano menor acompañado de su
novia Kay. En el primer caso, a pesar de las protestas de la esposa engañada,
sabe de modo perfecto que no puede triunfar frente a su esposo mafioso y se
limita a protestar, pero sin alterar el orden familiar. En el segundo caso, Kay
que no pertenece, ni entiende el mundo familiar de los Corleone, muestra toda
su curiosidad y no solo pregunta, sino que además cuestiona, quiere respuestas.
Anhela la seguridad de que Michael no forma parte de ese mundo donde reina la
mafia, pero a la vez, solo escucha un fragmento del discurso, solo presta
atención a lo que quiere oír. Utiliza la negación como una forma de convencerse
de la ficción donde su novio está libre de toda corrupción, lo que hasta aquel
momento parece cierto. Pero ¿acaso los individuos no son producto de su
familia? La familia no nos determina, estamos de acuerdo. Sin embargo, en estos
casos donde la venganza constituye uno de los arquetipos familiares más
relevantes, la participación de Michael se prevé como inevitable.
El
intento de asesinato de Vito Corleone, marca el nuevo destino de Michael.
Primero se aleja de Kay sin ofrecerle ninguna explicación e ingresa en una red
de venganza, planificando y ejecutando con una maestría tal, que comienzan a
esbozarse las bases de su futuro papel como Don. Asesina al turco Solozzo y al
jefe de policía McCluskey. Luego, se ve obligado a huir a la isla de Sicilia en
el Mediterráneo.
Aquí
surge la figura de Apolonia. La joven de una villa siciliana, de la cual,
Michael queda prendado con solo verla. Ni siquiera intercambian palabra. En el
enamoramiento no es necesario. Basta el silencio, solo la mirada. Michael
incluso arriesga su seguridad revelando su condición de refugiado al padre de
la joven. Este, ante el inmenso gesto de confianza, acepta que corteje a su
hija. ¿Y Kay? Se dice que un nuevo enamoramiento desplaza al antiguo. Quizá
debamos agregar, el más intenso enamoramiento desplaza a todos los anteriores.
Y esto, es precisamente lo que representa Apolonia. Todo lo opuesto de Kay.
Mientras Kay interroga, Apolonia acepta. La joven siciliana conocedora del
mundo de la mafia, sabe con exactitud el rol que debe interpretar la esposa de
un mafioso. No es que sea sumisa, ella acepta, palabra mágica en las relaciones
de pareja. Apolonia no solo es enamoramiento, es el verdadero amor de Michael.
Se casan y son felices, pero esta felicidad no perdura. Está condenada por la
tragedia. Primero, llega la noticia del asesinato de Sony, y luego, Apolonia
muere ante los ojos de Michael al estallar la bomba en el auto destinada a él.
Una vez más, la imposibilidad de establecer un vínculo de pareja duradero
parece rondar a los personajes.
Al
retornar a los Estados Unidos, Michael tarda un año en buscar a Kay. Antes,
tiene asuntos más importantes que resolver. Se involucra por completo en los
negocios de la familia y aprende de Vito, su padre, preparándose para
convertirse en su sucesor. Entonces, ¿qué representa Kay para Michael? Michael
quiere a Kay sin duda, pero antepone a su familia, además, amaba a Apolonia.
Michael pretende una esposa y piensa que Kay es la indicada. Ella al inicio se
resiste, luego termina aceptando. Ambos se equivocan porque cada uno ofrece lo
el otro no necesita. Michael no quiere preguntas, no entiende que su nueva
esposa es muy diferente de la fallecida Apolonia y, Kay necesita respuestas,
respuestas imposibles ante lo evidente. Incluso no es suficiente para ella la
acusación de Connie a Michael por el asesinato de Carlo como venganza. Aquí, surge
la interrogante: ¿cuánto tiempo seguirá negándose a ver que Michael, su esposo
es el nuevo Don de la mafia? El triste desenlace de la pareja surge en la
imaginación del espectador como si fuera una tragedia griega.
(Fragmento de un artículo que será publicado en un futuro libro de miseláneas).