lunes, 20 de junio de 2011

¿CÓMO ESCRIBIR?

Toda persona que anhela convertirse en un escritor, sueña con descubrir una fórmula que le permita alcanzar tal objetivo. Como en la relación de pareja y en el amor, dicha fórmula no existe. Escribir pertenece al campo de la subjetividad, una subjetividad que no puede enseñarse, pero si puede aprenderse, y este aprendizaje depende de la individualidad de cada uno. ¿Quieres realmente ser escritor? Y ¿cuánto lo deseas? Dos interrogantes que deben ser resueltas por todo joven aspirante antes de iniciar su viaje por este maravilloso mundo. Maravilloso sino aspiras al reconocimiento. De lo contrario, la frustración ante la ingratitud real o fantástica del entorno se apoderara de ti sin misericordia. Escribir debe ser la satisfacción fundamental. Contar historias, solo por el hecho de contarlas. Nada más.

Como sostiene Vargas Llosa en Cartas a un novelista, a muchos jóvenes se les pasa por la cabeza, pedirle consejo a alguno de los escritores consagrados que lo maravillaron con sus obras, y cuyo deslumbramiento es el punto de partida para desear convertirse en un futuro escritor. En mi caso sucedió lo mismo. Pregunté, indagué, leí, asistí a talleres de narrativa, siempre en busca de la fórmula precisa. Todos, personas y libros me ayudaron. Como sostuve líneas arriba, nadie pudo enseñarme a escribir, pero sí conseguí aprender de ellos. Es una paradoja cargada de subjetividad, la cual me permite ofrecer una serie sugerencias de escritores notables que despierten en el aspirante a escritor su individualidad propia capaz de ser plasmada en una obra.

• La historia del cuento puede ser real o inventada. Si es real debe parecer inventada y si es inventada real. (Julio Ramón Ribeyro)
• El cuento debe iniciarse con el protagonista en acción, física o psicológica, pero en acción. (Juan Boch)
• No adjetives sin necesidad y no pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia, cuenta como si el relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida en el cuento. (Horacio Quiroga)
• Un cuento debe comprometer de un modo dramático, el misterio de la personalidad humana. (Flannery Oconnor)
• Para la creación hay tres pasos: el primero de ellos es crear el personaje, el segundo, crear el ambiente donde ese personaje se va a mover y el tercero es cómo va hablar ese personaje, es decir,darle forma. (Juan Rulfo)
• Cuando se ponga usted a escribir, le parecerá que tiene muchas cosas por hacer: una visita que debe cumplir, no se ha afeitado. No haga caso. Hay que trabajar diariamente. (Máximo Gorki)
• Un escritor necesita tres cosas: experiencia, observación e imaginación. (William Faulkner)
• En una historia siempre hay cambio y siempre hay movimiento. (Ernest Hemingway)
• Nunca aborde los cuentos de uno en uno. Si uno aborda los cuentos de un en uno, honestamente, uno puede estar escribiendo el mismo cuento hasta el día de su muerte. (Roberto Bolaño)
• El pan del escritor es el vocabulario, pero no hagas ningún esfuerzo consciente de mejorarlo. Buscar palabras complicadas por vergüenza de usar las normales, es lo peor que se le puede hacer a la obra. (Stephen King)
• La vocación es el punto de partida de todo escritor. (Mario Vargas Llosa)

miércoles, 8 de junio de 2011

SEVEN

Seven, traducida como Pecados capitales da el nombre a un filme pionero del cine negro. Apareció en las pantallas en 1995 y conmovió a todos con los horrendos crímenes cometidos por Jon Doe, un asesino en serie que utiliza los siete pecados capitales esbozados por Dante Alighieri en la sección del purgatorio de La divina comedia (gula, avaricia, pereza, lujuria, soberbia, ira y envidia), como motivación principal para cometer tales homicidios.

El desconcierto inicial de Somerset, un detective a punto de jubilarse y de Mills ansioso por reemplazar a su colega más veterano, comienza a ser rezagado cuando ambos deciden dejar sus diferencias y optan por colaborar entre sí. Incluso logran encontrar y perseguir al asesino, pero este, a pesar de llegar a tener a Mills a su merced, decide escapar.

El filme se presenta dividido por los siete días de la semana, y en cada uno es descubierto un asesinato. Jon Doe lo tiene todo planificado y su captura parece imposible, una fantasia. Y es que el asesino nos traslada a un mundo paralelo, compuesto de por sus contenidos internos salidos al exterior. El filme tiene el mérito de mostrar los traumas propios de cada individuo, los fantasmas que nos persiguen durante toda nuestra existencia, puesto que forman parte de nosotros mismos. La falta de luz en los ambientes contribuye a crear una atmósfera sombría, acorde con los sucesos, como en el caso del obeso que es obligado a comer hasta reventar o de Víctor encontrado en estado de coma, luego de padecer un año de tortura.

A medida que las acciones transcurren, la tensión propia del suspenso va en incremento, así como el sadismo de cada crimen cometido. La mujer acusada de soberbia es enfrentada a dos opciones, llamar a emergencia y vivir sin su rostro o tomar las pastillas y morir. Ella decide lo segundo.

El desenlace inesperado redondea un extraordinario filme. Jon Doe lleva al extremo su psicopatía y sus delirios al encarnar el mismo la envidia, que lo lleva cometer su último y más horrendo crimen. Le corta la cabeza a la esposa del detective Mills y se la lleva de obsequio. Luego de modo paciente espera como el joven detective se convierte en la ira ante la mirada impotente de su compañero Somerset. El trastorno consecuente de Mills resulta evidente.

miércoles, 1 de junio de 2011

UN GUIÓN MUY ORIGINAL

¿Puede llegar a combinarse el humor y la violencia sin llegar a convertirse en una parodia o una comedia? El filme “Tiempos violentos” de Tarantino que sorprendió a muchos en 1994 nos demuestra que sí. En este guión, a todas luces original Tarantino no solo es capaz de fusionar la muerte con la ironía (El asesinato de Vincent al salir del baño a manos del boxeador o el arma del mismo Vincent disparada de manera accidental acabando con la vida de su joven cómplice), sino que muestra la amoralidad y la nula sensibilidad de determinadas personas, en este caso del bajo mundo. Nos obliga a preguntarnos cómo es posible la existencia de seres humanos carentes de toda vinculación y consideración hacia el otro, ya que ni siquiera las escenas donde Vincent ayuda a Mia, víctima de una sobredosis, o a Buch ayudando a Marcelus, no tienen un fin altruista, sino un fin de autoconservación.

Tiempos violentos nos enseña que el sadismo también puede resultar gracioso, lo que resulta válido como una variante artística, pero lo más relevante es su mensaje sobre el mundo, el entorno que nos rodea. Nos advierte acerca de las innumerables invitaciones que recibimos para estar mal. ¿Las aceptamos o no? Y en caso de ser inevitables, ¿cómo las recibimos? ¿Con humor o con violencia?