La amistad y el amor están perdiendo la
batalla con la posmodernidad. Aunque no lo crean es cierto. Y esto, no solo se
debe al abuso de la tecnología que ha terminado convertida en una prótesis de
nuestro cuerpo, sino a la indiferencia que implica. Todavía tenemos amigos, todavía
tenemos experiencias amorosas. Por supuesto que sí. No piensen que este
artículo está en contra de ello. No, lo que sostengo es que tanto la amistad como
el amor han sido reducidos casi a su mínima expresión. Se han convertido en la
piedra en el zapato que estorba el desarrollo personal de muchos. Celebran el
día del amor y abandonan, porque no existe otra palabra, a sus hijos con las
nanas. Celebran el día de la amistad y traicionan a los amigos por un ascenso
laboral, es decir se cambia a un ser humano por dinero. Absorbidos en esta
sociedad donde el hombre es lo menos importante, surge la necesidad de que
exista un día de la amistad, un paliativo que nos adormece. Lo sorprendente es
que la gente se lo crea e incluso lo celebre.
Desde mi perspectiva, el
amor y la amistad no se proclaman, se viven como experiencia, se accede a
ellos. Por ello, casi hasta la náusea, observo como cada 14 de febrero aumentan
los regalos entre las parejas, los restaurantes y cines se abarrotan de
tontuelos adormecidos que creen celebrar algo, y no se percatan que esta
actitud solo es una forma de lavar sus conciencias. ¿Cómo hoy día celebro el 14
contigo, tengo el derecho de olvidarte el resto del año? Amistad es ética y
amor es aceptación. ¿Reconocen las palabras? ÉTICA y ACEPTACIÓN. ¿Acaso alguna
persona con un mínimo sentido común puede pensar que se puede celebrar San
Valentín en un hotel? Si piensa de este modo es que no sabe nada de amor y de
amistad.
Y la ética y la aceptación
suceden a través del vínculo. Aquí les propongo una interrogante: ¿Cómo nos
afecta el sufrimiento ajeno? Como sostiene la notable ensayista Sontag (2000)
nos estamos acostumbrando a la crueldad. Basta ver las imágenes de los
noticieros por las mañanas. Pero no nos desviemos del tema. Si como sostengo el
amor y la amistad están perdiendo la batalla ¿qué nos queda? El dolor y la
esperanza. El dolor por el vínculo traicionado, un dolor que nos defiende de la
locura, porque mientras lo experimente tengo la seguridad de que existo. Como
señala Nasio el dolor es la prueba (2007) de
una separación irreversible y que nos orienta a reconstruirnos. Solo
aceptando el dolor seremos capaces de dejar de lado la frustración, la traición
o lo que haya ocasionado la ruptura del vínculo y reconstruirnos. La amistad,
el amor y el consecuente dolor ocasional no tienen por qué ser convertidos en un
espectáculo. ¿Nos importa el dolor de los demás? Afortunadamente existe el otro
componente, la esperanza no como una sensación ilusa, vaga o nebulosa de que
algo mejor sucederá. No de ninguna manera, sino como lo entiende Alberoni (2006),
la esperanza como una posibilidad sustentada en lo real, la posibilidad de
alcanzar algo distinto y mejor. El amor y la amistad no han perdido la guerra,
solo han perdido terreno, demasiado tal vez, pero estoy convencido de que
todavía está atrincherada en algunas personas que colocan en primer lugar al
ser humano y no sus apetitos de poder personales, y no en aquellos que solo te
dan un like en el Facebook cuando necesitan algo o en vísperas de elecciones. Ellos no sus amigos.
Siempre estaré a favor del
amor y de la amistad, es más escribo sobre ellos, lo que no puedo aceptar es la
actitud absurda de fechas como esta. Así, que a pesar de ser amigo de algunos
de ustedes, disculpen si no les deseo un feliz día de San Valentín.