martes, 21 de octubre de 2014

EL SENTIDO DE LA VIDA


Encontrar un sentido o significado a la vida, a la existencia es propio de la especie humana. Simons sostiene que la búsqueda del sentido de vida es la interrogante más relevante en la vida de los seres humanos, sin embargo, considero que solo algunas personas se inclinan por cuestionar tanto su propia existencia como la de los demás. Lo planteado no significa que el ser humano en sí mismo no represente la pregunta más importante de nuestra vida. Todo lo contrario. Las tres cuestiones ofrecidas por Simons: ¿de dónde vengo?, ¿para qué estoy aquí? y ¿quién soy?, surgen para intentar llenar la sensación de carencia natural de las personas, y en ocasiones extremas, estas carencias se traducen en un vacío existencial que termina devastando al individuo.
           
            ¿Y por qué no todas las personas incorporan esta pregunta como la más relevante en sus vidas? ¿Acaso el ser humano no es el único capaz de desarrollarse, de convertirse en alguien mejor? A pesar de que la respuesta a la segunda interrogante es afirmativa, no es suficiente para explicar el obstáculo plateado al principio. Desde mi perspectiva, considero que existen algunas condiciones para que un ser humano alcance el nivel de análisis que le permita acceder a los cuestionamientos ofrecidos por Simons.

            En primer lugar, debe alcanzar a cubrir de una manera saludable sus necesidades básicas, como la alimentación, el vestido y la vivienda. De lo contrario, será difícil que destine sus energías a aspectos más elevados y abstractos, aunque la respuesta a ellos, signifique acercarse a la plenitud.

            En segundo lugar, debe tratarse de una persona con una salud psíquica que le permita mantenerse en un estado consciente, donde sea capaz de reconocerse dentro de los parámetros de una identidad y diferenciarse del resto, aceptándolos como otros o ajenos. Una persona víctima de delirios será incapaz de acceder a tales cuestionamientos, puesto que es incapaz de reconocer su propio yo y por lo tanto, de analizarlo. En cambio, un individuo ansioso pero que identifica sus límites yoícos, no solo cuestionará su incomodidad sino que además, sus características personales significaran un motivo adicional para cuestionar su razón de existir en el mundo.

            En tercer lugar, debe tratarse de un individuo con interés por las actividades analíticas. Con respecto a este factor, el contexto social y cultural desempeña un rol crucial. En las últimas décadas, hemos sido testigos de cómo se va imponiendo una cultura de la imagen sobre el análisis, el raciocinio y la deliberación. En lugar de ser estimulados con lecturas y situaciones que requieran el uso de estas funciones superiores, en la actualidad, nos vemos agobiados por estímulos visuales que incluso superan la capacidad neuronal de procesar la información. Un ejemplo de ello, se observa en los filmes modernos donde las secuencias son tan rápidas que resulta imposible para el espectador procesarlas todas. Esta situación resulta muy peligrosa, porque se fomenta en las nuevas generaciones una vida mirando el mundo, en lugar de pensarlo, analizarlo.

            Retomando el tema de las carencias, Simons plantea que nacemos inacabados y que el ser humano termina desarrollándose a lo largo de la vida misma. Es decir, que tenemos que crearnos a nosotros mismos, lo que a su vez, representa todo un desafío en una sociedad que premia lo pragmático y que ha distorsionado el significado del éxito personal. ¿Qué significa tener éxito? ¿Tener más dinero o sentirse bien consigo mismo? La respuesta parece evidente, pero muchas personas actúan sin llegar a discernir el significado de la existencia, recurriendo a lo que el autor llama soluciones fáciles.

            En el aspecto de las carencias, desde mi punto de vista, existe un factor adicional, y consiste en la imposibilidad de arribar a la totalidad de la experiencia debido a las propias limitaciones de la condición de individuo. Si somos varones, jamás comprenderemos lo que piensan y sienten las mujeres, y viceversa. Si nuestra estatura es de un metro setenta, no podremos conocer el significado de medir un metro cincuenta, y así. Podremos intentar acceder a tal comprensión con la empatía, pero en el mejor de los casos significará un intento.

            Por otro lado, Simons plantea la búsqueda de una respuesta al sentido de nuestra vida como una necesidad del ser humano. En lugar de la palabra necesidad, propongo la palabra deseo. Si se revisa el significado de la palabra necesidad, se descubre un claro nexo con aspectos fisiológicos. Por ejemplo: beber es una necesidad, pero tomar jugo o limonada ingresa en el campo del deseo, o como distingue el francés Lacan: el goce. Y la búsqueda por encontrar una respuesta, un sentido a nuestra existencia se acerca más al campo del deseo que a la necesidad. Un individuo desea convertirse en un mejor ser humano, por ejemplo, anhela ser un mejor padre. Es su deseo, no una necesidad. Incluso podríamos afirmar que no lo necesita. Si abandona a su hijo, no le pasará nada. Es más, el abandono es un suceso lamentable que presenciamos a diario en las noticias. El perjudicado será el niño, no el padre. Es cierto que en un futuro, este sujeto desalmado puede llegar a arrepentirse, pero también somos testigos de lo contrario. Es como si el ser humano se estuviera deshumanizando.

            En este ámbito, el autor propone siete aspectos referidos a la interrogante del sentido de vida. Primero, discernir el tipo de vida que nos ha tocado vivir. Segundo, humanizar nuestro mundo. Tercero, regirse por la ética y una escala de valores. Cuarto, forjar un proyecto de vida. Quinto, ser capaces de afrontar las dificultades que tiene nuestra existencia. Sexto, reconocer la trascendencia a través de la creencia en Dios. Y por último, asumir la fe en Dios como la mejor posibilidad de comprenderse a sí mismo y al mundo.

            En este punto surge una interrogante: ¿hasta qué punto el ser humano común está dispuesto a aceptar o incluso siquiera a destinar parte de su vida a desarrollar este proceso? Si bien puede asumirse como una postura pesimista, considero que la satisfacción de las necesidades básicas sigue siendo un obstáculo que interfiere en este desarrollo. El planteo de Simons, además significa entender al hombre desde una perspectiva esperanzadora, un ser humano capaz de evitar la cosificación y la masificación que impone la sociedad. Sin embargo, pienso que se obvia un detalle crucial. La sociedad está compuesta por seres humanos. Un ser que según los datos estadísticos, en el mundo asesina a otro ser humano cada veinte segundos. Según el historiador Hobsbawn, desde 1914 hasta 1990, debido a la violencia intencionada, sin contar la gran guerra, han muerto 187 millones de personas. Un cifra alarmante. Entonces ¿Cuál es el sentido de vida? Por un instante, pareciera que matar a otro ser humano.

            Aquí la comprensión del significado de la palabra libertad adquiere una vital relevancia. Y no solo la libertad que implica asumir la responsabilidad de los actos, sino que además agregaría la palabra decisión. A diario, el mundo nos ofrece muchas invitaciones para estar mal, pero somos nosotros quienes decidimos si las aceptamos o no.


viernes, 3 de octubre de 2014

¿QUIÉN ES EL SER HUMANO?


Quisiera comenzar con una definición de Denegri publicada en su artículo “El asesino desorganizado” Para el autor, el ser humano es un miembro del reino animal, del filum de los cordados, del subfilum de los vertebrados, de la clase de los mamíferos, de la subclase de los euterios, del grupo de los placentarios, del orden de los primates, del suborden de los pitecoides, del infraorden de los catarrinos, de la familia de los hominoides, de la subfamilia de los homínidos, del género homo y de la especie stúpidus. Si bien la definición tiene una base biológica, su conclusión bastante pesimista es capaz de captar la atención del lector. ¿Quién es el ser humano? La única especie que está destruyendo el planeta. Pero también es la especie que nos regala novelas maravillosas como “La insoportable levedad del ser” de Kundera, o actitudes brillantes como la de la madre Teresa de Calcuta. Por otro lado, Lorenz sostenía que el hombre no podía ser la imagen definitiva de Dios. Además, si desde la postura católica Dios es el increado y carece de cuerpo, ¿Cómo podemos estar creados a su imagen y semejanza? De igual modo, las deficiencias humanas no sostienen bajo ningún concepto nuestro origen divino.


Entonces ¿quién es el ser humano? Quizá exista la posibilidad de modificar la interrogante hacia ¿quién soy? Modifica de manera radical la perspectiva. Pero en este caso, las respuestas tampoco resultan convincentes. Podría decir, que soy un varón. No es mi género. Un profesional, no es mi labor. Pienso que el ser humano, representado en cada persona, es un cúmulo de experiencias favorables y adversas, que configuran nuestra imagen. Por lo tanto, yo existo por las experiencias vividas y porque hay otro que me observa. El ser humano, es decir, yo, soy subjetividad pura, pero no en el sentido freudiano, sino en la forma como lo plantea Saramago. Soy mis recuerdos, mi presente y quizá, mi porvenir.