Encontrar un sentido o significado a la vida, a la existencia
es propio de la especie humana. Simons sostiene que la búsqueda del sentido de
vida es la interrogante más relevante en la vida de los seres humanos, sin
embargo, considero que solo algunas personas se inclinan por cuestionar tanto
su propia existencia como la de los demás. Lo planteado no significa que el ser
humano en sí mismo no represente la pregunta más importante de nuestra vida.
Todo lo contrario. Las tres cuestiones ofrecidas por Simons: ¿de dónde vengo?,
¿para qué estoy aquí? y ¿quién soy?, surgen para intentar llenar la sensación
de carencia natural de las personas, y en ocasiones extremas, estas carencias
se traducen en un vacío existencial que termina devastando al individuo.
¿Y
por qué no todas las personas incorporan esta pregunta como la más relevante en
sus vidas? ¿Acaso el ser humano no es el único capaz de desarrollarse, de
convertirse en alguien mejor? A pesar de que la respuesta a la segunda
interrogante es afirmativa, no es suficiente para explicar el obstáculo
plateado al principio. Desde mi perspectiva, considero que existen algunas
condiciones para que un ser humano alcance el nivel de análisis que le permita
acceder a los cuestionamientos ofrecidos por Simons.
En
primer lugar, debe alcanzar a cubrir de una manera saludable sus necesidades
básicas, como la alimentación, el vestido y la vivienda. De lo contrario, será
difícil que destine sus energías a aspectos más elevados y abstractos, aunque
la respuesta a ellos, signifique acercarse a la plenitud.
En
segundo lugar, debe tratarse de una persona con una salud psíquica que le
permita mantenerse en un estado consciente, donde sea capaz de reconocerse
dentro de los parámetros de una identidad y diferenciarse del resto,
aceptándolos como otros o ajenos. Una persona víctima de delirios será incapaz
de acceder a tales cuestionamientos, puesto que es incapaz de reconocer su propio
yo y por lo tanto, de analizarlo. En cambio, un individuo ansioso pero que
identifica sus límites yoícos, no solo cuestionará su incomodidad sino que
además, sus características personales significaran un motivo adicional para
cuestionar su razón de existir en el mundo.
En
tercer lugar, debe tratarse de un individuo con interés por las actividades
analíticas. Con respecto a este factor, el contexto social y cultural desempeña
un rol crucial. En las últimas décadas, hemos sido testigos de cómo se va
imponiendo una cultura de la imagen sobre el análisis, el raciocinio y la
deliberación. En lugar de ser estimulados con lecturas y situaciones que
requieran el uso de estas funciones superiores, en la actualidad, nos vemos
agobiados por estímulos visuales que incluso superan la capacidad neuronal de
procesar la información. Un ejemplo de ello, se observa en los filmes modernos
donde las secuencias son tan rápidas que resulta imposible para el espectador
procesarlas todas. Esta situación resulta muy peligrosa, porque se fomenta en
las nuevas generaciones una vida mirando el mundo, en lugar de pensarlo,
analizarlo.
Retomando
el tema de las carencias, Simons plantea que nacemos inacabados y que el ser
humano termina desarrollándose a lo largo de la vida misma. Es decir, que
tenemos que crearnos a nosotros mismos, lo que a su vez, representa todo un
desafío en una sociedad que premia lo pragmático y que ha distorsionado el
significado del éxito personal. ¿Qué significa tener éxito? ¿Tener más dinero o
sentirse bien consigo mismo? La respuesta parece evidente, pero muchas personas
actúan sin llegar a discernir el significado de la existencia, recurriendo a lo
que el autor llama soluciones fáciles.
En el
aspecto de las carencias, desde mi punto de vista, existe un factor adicional,
y consiste en la imposibilidad de arribar a la totalidad de la experiencia
debido a las propias limitaciones de la condición de individuo. Si somos
varones, jamás comprenderemos lo que piensan y sienten las mujeres, y viceversa.
Si nuestra estatura es de un metro setenta, no podremos conocer el significado
de medir un metro cincuenta, y así. Podremos intentar acceder a tal comprensión
con la empatía, pero en el mejor de los casos significará un intento.
Por
otro lado, Simons plantea la búsqueda de una respuesta al sentido de nuestra
vida como una necesidad del ser humano. En lugar de la palabra necesidad,
propongo la palabra deseo. Si se revisa el significado de la palabra necesidad,
se descubre un claro nexo con aspectos fisiológicos. Por ejemplo: beber es una
necesidad, pero tomar jugo o limonada ingresa en el campo del deseo, o como
distingue el francés Lacan: el goce. Y la búsqueda por encontrar una respuesta,
un sentido a nuestra existencia se acerca más al campo del deseo que a la
necesidad. Un individuo desea convertirse en un mejor ser humano, por ejemplo,
anhela ser un mejor padre. Es su deseo, no una necesidad. Incluso podríamos
afirmar que no lo necesita. Si abandona a su hijo, no le pasará nada. Es más,
el abandono es un suceso lamentable que presenciamos a diario en las noticias.
El perjudicado será el niño, no el padre. Es cierto que en un futuro, este
sujeto desalmado puede llegar a arrepentirse, pero también somos testigos de lo
contrario. Es como si el ser humano se estuviera deshumanizando.
En
este ámbito, el autor propone siete aspectos referidos a la interrogante del
sentido de vida. Primero, discernir el tipo de vida que nos ha tocado vivir.
Segundo, humanizar nuestro mundo. Tercero, regirse por la ética y una escala de
valores. Cuarto, forjar un proyecto de vida. Quinto, ser capaces de afrontar
las dificultades que tiene nuestra existencia. Sexto, reconocer la
trascendencia a través de la creencia en Dios. Y por último, asumir la fe en
Dios como la mejor posibilidad de comprenderse a sí mismo y al mundo.
En
este punto surge una interrogante: ¿hasta qué punto el ser humano común está
dispuesto a aceptar o incluso siquiera a destinar parte de su vida a
desarrollar este proceso? Si bien puede asumirse como una postura pesimista,
considero que la satisfacción de las necesidades básicas sigue siendo un
obstáculo que interfiere en este desarrollo. El planteo de Simons, además
significa entender al hombre desde una perspectiva esperanzadora, un ser humano
capaz de evitar la cosificación y la masificación que impone la sociedad. Sin
embargo, pienso que se obvia un detalle crucial. La sociedad está compuesta por
seres humanos. Un ser que según los datos estadísticos, en el mundo asesina a
otro ser humano cada veinte segundos. Según el historiador Hobsbawn, desde 1914
hasta 1990, debido a la violencia intencionada, sin contar la gran guerra, han
muerto 187 millones de personas. Un cifra alarmante. Entonces ¿Cuál es el
sentido de vida? Por un instante, pareciera que matar a otro ser humano.
Aquí
la comprensión del significado de la palabra libertad adquiere una vital
relevancia. Y no solo la libertad que implica asumir la responsabilidad de los
actos, sino que además agregaría la palabra decisión. A diario, el mundo nos
ofrece muchas invitaciones para estar mal, pero somos nosotros quienes
decidimos si las aceptamos o no.