lunes, 26 de agosto de 2013

SÍ, BILLY. PODEMOS IR AL PARQUE


De esta manera, Avery Corman autor Kramer vs. Kramer presenta en la novela el último diálogo entre los personajes principales. Ted, un padre que de improviso se ve enfrentado al cuidado de su hijo interpretado en el filme de manera magistral por Dustin Hoffman, y Billy, el hijo que padece las consecuencias del disuelto matrimonio. Corman, el autor no es reconocido como un gran escritor, pero en ocasiones autores que no gozan de mayor prestigio tienen el ingenio de crear historias maravillosas, lástima que no puedan escribirlas tal y como se la imaginan. Kramer vs. Kramer representa uno de estos singulares casos donde la película supera al libro. Entre otros casos me atrevería a citar la novela El Padrino de Mario Puzo. Reitero, aunque en cuestiones ligadas al arte todo criterio resulta bastante subjetivo, a mi juicio el guion adaptado del filme supera a la novela. Tal vez, este sea uno de los motivos del por qué la mayoría de las personas recuerda a los personajes interpretados por Hoffman y Meryl Streep y casi nadie evoque a Avery Corman. Recordemos que el filme fue merecedor del Oscar el año de 1979, y que Streep recibió la misma estatuilla como actriz de reparto.
En el arte, a diferencia de la psicología, el conflicto se entiende de manera distinta, por este motivo, se equivocan quienes pretenden analizar a través de la ciencia una novela, un cuento, un filme. De la obra en cambio, es posible obtener algún conocimiento psicológico. Luego es necesario demostrarlo, claro, pero es posible recibir luces orientadoras acerca de la psicología humana. De modo específico el conflicto en literatura, donde se incluye el guión se basa en una situación irresuelta que puede permanecer de esta manera, es más, no se pretende como en la ciencia encontrar una solución. Esta carece de relevancia, incluso más importante que hallar una respuesta, es encontrar en la historia ritmo, atmósfera, verosimilitud.  
Imaginen una película sin conflicto. ¿Qué haría Frodo de “El señor de los anillos” si no tuviera que destruir el anillo de Sauron o Batman en una ciudad Gótica sin villanos? La película sería aburridísima.  En Kramer vs. Kramer el conflicto se presenta desde la primera escena. Lo apreciamos desde el título. En una  habitación sombría, apenas con una luz tenue, Joanna le dice a su hijo: “Te quiero”. La atmósfera perfecta que de inmediato nos permite avizorar que algo ocurre. El tono melancólico de la madre, su expresión que concuerda con la escasa luz. Sin duda, algo no está bien. Luego, cuando Billy dice: “Nos veremos en la mañana”, y su madre le responde con el silencio queda confirmada la desolación por venir. La presentación en paralelo del triunfo laboral de Ted y la decisión de abandonar el matrimonio por parte de Joanna es un acierto del director. Un miembro de la pareja que encuentra el éxito laboral y el otro que termina por hundirse en la inconformidad, la insatisfacción, propios de un vacío existencial que agobia a muchas personas, sobre todo a aquellas que optan por analizarse. Sócrates decía: “Una vida sin examen no merece la pena ser vivida”. Es el caso de Joanna, la diferencia radica en que su análisis no es productivo sino autodestructivo, un autoengaño. “No soy buena para él”, le dice a Ted al momento de despedirse y abandonar todo, incluso a su hijo. Situación sorprendente en su momento, Recuerden que el filme  se estrenó a fines de la década del 70, cuando era impensable que una mujer abandonara a su hijo. El abandono, la evasión de la responsabilidad de los hijos siempre fue considerado masculino, cuántas veces hemos sido testigos de padres que ni siquiera aceptan firmar a sus hijos. La figura de la madre goza de un estatus diferente, siendo una de sus máximas representantes la Virgen María. Para los no creyentes, también existen ejemplos: son las hembras de los animales quienes se encargan de las crías, en muy pocos casos sucede lo contrario. El macho del pingüino emperador empolla el huevo, lo mismo sucede con el caballito de mar que los carga en una bolsa, algún caso más por ahí, después siempre es la hembra la encargada. Como era natural, esta herencia se trasladó al hombre, y la sociedad se encargó de mantener el estatus quo durante miles de años. De ahí, el impacto del filme.
¿Cuánto valor se necesita para dejar a su hijo?, pregunta Ted sorprendido. ¿Acaso el amor de la madre no es innato o es aprendido como sostienen algunos? ¿Y el instinto maternal? ¿Acaso la relación madre hijo no es un vínculo indestructible? Recordemos que lo primero que hace Billy en la mañana es preguntar por su mamá. La etología demostró que la hembra cuida la cría, sin embargo, en las noticias vemos como madres abandonan a sus bebés en los basurales o en las tuberías del desagüe. Sucede que ya no somos solo instinto, entonces nos equivocamos. Nos equivocamos al elegir pareja, nos equivocamos al elegir cuando tener hijos, al momento de educarlos, al momento de abandonarlos.  
A diferencia de la madre, entre padre e hijo relación pasa por un periodo mayor de adaptación. ¿Cuántos varones cambian gustosos el pañal de sus hijos? En mi opinión, pocos. Ted recibe la noticia de la ruptura de su matrimonio, de su relación con sorpresa, como la reciben la mayoría de personas que alguna vez, han sido abandonadas. La crisis surge de pronto, y Ted tiene que repetirle a cada instante a su hijo que todo está bien, es como si se lo dijera a sí mismo. Al principio, incluso no acepta la separación. Imagina que Joanna volverá, es la negación absoluta y el teléfono que timbra refleja la sensación de vacío y dolor que la ausencia de la pareja ha ocasionado. Y sucede que cuando uno es abandonado, siente por un periodo de tiempo que el mundo le pesa una tonelada, que las horas no pasan y que la vida será insoportable sin la pareja. Por fortuna, todo pasa. No hay que olvidarlo, todo pasa. Hasta el enamoramiento más sublime. Hasta el dolor más intenso.
            Además de la relación padre hijo que muestra el filme, con sus períodos de adaptación, por ejemplo, los primeros conflictos cuando Billy bota el jugo sobre los papeles de trabajo de Ted. El desafío ante el helado que marca quizá una de las mayores crisis que lleva al niño a reclamar a su mamá, Karmer vs Kramer es un filme sobre el abandono. Un esposo que pierde a su esposa, un hijo que pierde a su madre, una madre que abandona a su familia. Ted que termina perdiendo su trabajo y después la custodia del niño. Todo es abandono seguido del resentimiento respectivo. No hay separación sin trauma. No existe el abandono sin dolor, es una fantasía del que se marcha.



Por otro lado, es un error subestimar a los niños. La carta absurda de la madre donde dice que pretende buscar algo interesante por sí misma. ¿Y su hijo? ¿Qué madre podría escribir algo así para su hijo de 6 años? Billy capta muy bien el mensaje, percibe que su mundo familiar se ha derrumbado y se culpa, por este motivo, le pregunta a su padre: “¿Me dejarás?”.
Pasada la crisis, Ted vuelve a colocar el cuadro de la esposa en el cuarto de Billy. Una forma de decir que el dolor pasa. Qué importante la frase de Ted “Pero ahí estoy”, cuando su hijo siente el alejamiento. ¿Cuántos padres podrán decir lo mismo? ¿Cuántos padres podrán hacer sentir que están allí para sus hijos?
La renuncia de Joanna a la custodia del hijo a pesar de haber ganado el juicio, solo confirma sus propias carencias, su imposibilidad vincular incluso consigo misma. Ni siquiera es capaz de saber lo que quiere. Tal vez, porque ni ella misma se quiere. Antes el divorcio se veía como fracaso, en la actualidad, ya no se percibe así, y la escena final de la puerta del ascensor que se cierra marca el final no solo del filme, sino de la pareja, Ted y Joanna quedan separados por la puerta, cada uno en su propio espacio, y del conflicto, del cual Billy no tiene ninguna culpa.

La escena del desayuno  marca la evolución de la relación padre hijo a pesar de la tristeza en la atmósfera. Una relación es aceptación, no es obligación. Los hijos jamás olvidan a sus padres, incluso su ausencia puede significar una presencia. Y los padres cuidan  de sus hijos, al menos eso deberían. “Sí, Billy podemos ir al parque”. “Sí, hijo podemos ir al parque” Es una frase que todos nosotros que hemos sido niños una vez, recordamos con cariño.

lunes, 5 de agosto de 2013

ALGUNAS PELÍCULAS QUE NO SE PUEDEN DEJAR DE VER


          Aquí les entrego una lista, por supuesto muy subjetiva de 15 películas que todo buen amante del cine no debería perderse. Incluyo filmes de todo género y año:

         Lo que el viento se llevó (1939)
         Un tranvía llamado Deseo (1951)
         El Padrino (1972)
         Annie Hall (1977)
         Karmer vs Kramer (1979)
         La guerra de las galaxias: El Imperio Contraataca (1981)
         Blade Runer (1982)
         Amadeus (1984)
         Despertares (1990)
         Los Imperdonables (1992)
         La lista de Schindler (1993)
         Tiempos violentos (1994)
         Pecados Capitales (1995)
         Amalie (2001)
         Seabiscuit (2003)